El sábado 19 de noviembre realicé una breve etapa ciclista por las cercanías de Forcarey. Breve en distancia, pero una de esas etapas que acaba resultando tremendamente satisfactoria. Fue una etapa corta motivada por las circunstancias meteorológicas. Estos días han sido bastante lluviosos en la zona, y la previsión para el día era igualmente mala, con la excepción de una ventana de 4 horas por la mañana, en la que el tiempo se preveía nublado, pero libre de lluvias. Y, en efecto, a las 8 de la mañana la lluvia había cesado. Pude sacar a Ulises a dar un breve paseo antes de emprender la marcha. El cielo aparecía con nubes altas, y apenas había algunos bancos de niebla en las montañas circundantes. Así que a la vuelta del paseo, bajé a por la Giant, y me dispuse a empezar a rodar justo a las 9:00h. Pero en ese rato todo había cambiado. Forcarey estaba cubierto por una neblina, y no dejaba de lloviznar. La cosa estaba como para volver a meterse en casa. Aun así, decidí continuar, confiando en que la previsión fuera acertada, y tuviera un respiro algo más adelante.
Empecé a rodar dirigiéndome hacia la Chamosa, donde continué por carretera, y en continuo lloviznar, hasta el Salgueiro. Allí dejé atras el asfalto, y empecé a rodar por una estupenda corredoira, que como no podía ser de otra manera, estaba empapada, llena de barro y de hojarasca. ¡Pero es que es otoño! Sería ingenuo espera otra cosa.
De nuevo sobre el asfalto, subí hasta alcanzar la carretera a la altura del observatorio astronómico. Desde allí, tomé la pista que lleva al Barazal, y emprendí la estupenda subida a A Mámoa. No pude evitar mojarme los pies al pasar sobre el arroyo de la Chamosa, que iba con bastante agua. Así que ya estaba empapado por todos lados. Llegué a A Mámoa, y no pude evitar detenerme ante una de las casas, que cuenta con una pintoresca decoración del Camino de Santiago. No en balde, el Camino d la Geira Romana y los Arrieros pasa por allí.
Al pararme a echar las fotos, dejé la bici justo en la salida de ventilación de la casa. Salía un calorcito la mar de agradable. Algo que me venía bien con la que me estaba cayendo. Nada espectacular, pero una llovizna persistente de la que te acaba dejando calado. Seguí adelante, volviendo por asfalto a la carretera de Forcarey. Desde allí, mi idea era realizar la subida al Outeiro Grande, una cima cercana a la que no había ascendido con anterioridad. Esta subida se realiza por un camino que surge de una curva abandonada de la carretera. Encontré el acceso a dicha curva, y al poco di con el camino de subida. La subida es constante, unos 550 metros desde la curva, con una media del 9% y tramos del 15%. Es un buen camino, amplio, pero con hierba, barro y algo de piedra suelta que hace que se enganche mucho. Técnicamente no es difícil, pero exige más esfuerzo de lo que parece. Tras superar esta primera subida se llega a una antena de radio, que en esa mañana se encontraba casi oculta por la niebla.
Continué a continuación con el ascenso hasta el otero en sí. Es otro medio kilómetro, pero más tendido, si bien con el mismo tipo de camino. En condiciones normales tiene que dejar unas vistas estupendas del entorno, pero en mi caso, solo podía ver niebla. Al menos, había dejado de lloviznar.
Llegué al otero no mucho después, y pude ver el vértice geodésico que marca el punto más alto (758 msnm). No me pide resistir a trepar hasta él, y echarme algunas fotos.
Ya que estaba allí, y que parecía que la niebla era menos intensa en lo alto, tampoco que pude resistir a sacar el dron y tomar algunas grabaciones por encima de la niebla. Por desgracia, el vídeo no quedó registrado, aunque pude ver en el móvil algunas tomas del banco de niebla por encima, y cómo ésta se extendía por los valles de alrededor. Una verdadera lástima que no se grabara.
Tras el rato de parada, descendí en dirección a la aldea de Carballo. El comienzo de la bajada me dejó una muestra de las vistas tan estupendas que se tienen desde este lugar, pese a la niebla:
La bajada en sí es estupenda. Mucho más acusada que por la vertiente sur, por la que yo había ascendido. Tiene dos tramos diferenciados, siendo el más escarpado el segundo, donde se llegan a encontrar desniveles del 22%. ¡Y se nota! Me alegré de ir en la Giant con los frenos de disco hidráulicos, y no en la gravel con los frenos cantilever. Si ese hubiera sido el caso, lo habría pasado bastante mal. Al final de la bajada se llega a un camino, aún en descenso, pero considerablemente más suave, que acaba llegando a las cercanías de Carballo. No era la primera vez que rodaba por ahí, y sabía que desde ese punto tenía otro camino, a ratos entre eucaliptos y a ratos entre bosque autóctono, que me llevaría a la carretera que va a la Graña de Cabanelas. Es una subida, aun por asfalto, dura, con desniveles del 14%, y que más vale tomársela con calma. Luego hay una divertida bajada hasta la Graña. Llegados allí, giré a la izquierda para tomar la carretera que va hasta Levoso, pero al cabo de un rato me salí a mano derecha por un camino que asciende directamente hasta las cercanías del observatorio, y luego, ya por asfalto, acaba llegando a la carretera de La Estrada. En la carretera, giré a la izquierda para encaminarme hacia Forcarey.
En mi rutero del día tenía previsto dirigirme a las Rabadeiras, para hacer un divertidísimo tramo de trialera que lleva hasta Córneas, pero rondaban ya las 11 de la mañana, había comenzado a lloviznar de nuevo, y pensé que era mejor reservar ese tramo para otro día con mejores condiciones meteorológicas. Y es que hacía frío, estaba calado, no dejaba de lloviznar, y había momentos en que no veía a más de 20 metros por la niebla. ¡Y estaba siendo lo mejor de toda la semana! Pero ya era hora de ir echando el cierre. Dicho lo cual, pasé Las Casetas de la Armada, y descendí tranquilamente, aunque con algo de frío (habíamos rondado toda la mañana entre los 4 y los 9ºC), de vuelta a Forcarey, dando por finalizada la etapa a las 11:07h.
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Hace unos días pude tomar esta fotografía en el observatorio astronómico de Forcarey, a la puesta de sol. Aparte del paisaje en sí, me llamó la atención el alineamiento que existía entre Venus, la Luna y Júpiter, que fui capaz de sacar en la foto:
Etiquetas: forcarey, júpiter, luna, observatorio astronómico, venus
El domino 23 de mayo realice una etapa ciclista en la zona de Cotobade. En concreto, recorrí parcialmente el recorrido 1 del Centro de BTT de Carballedo, cercano a Forcarey. Empecé la etapa recién pasadas las 9:00h, saliendo junto al edificio antiguo del Ayuntamiento de Cotobade. El recorrido empieza en subida, dirigiéndose por el pequeño casco urbano desde el ayuntamiento a la capilla de San Roque. Allí el camino gira a mano derecha, y continúa por carretera local.
Apenas 1 km después se llega a la PO-232, que hay que cruzar, y emprender un breve tramo de subida por carretera. En mi caso, tuve que hacer una pequeña parada para ajustar las mordazas de freno, merced al cambio de pastillas que tuve que realizar tras la etapa de la semana pasada. Reanudada la marcha, tras algo menos de 500 metros se abre a la izquierda de la carretera un camino empedrado, que hemos de tomar, en continuo ascenso por la montaña. Se trata éste de un viejo camino romano, que nos acompañará prácticamente en todo nuestro ascenso hasta Monte Coirego. La subida es sinuosa y va ascendiendo poco a poco por una montaña que se encuentra abundantemente explotada en el aspecto maderero, lo que tiene la ventaja de que los caminos se encuentran bastante limpios.
Tras un rato de ascenso, se llega a un pequeño robledal donde el camino se bifurca en dos. A la derecha está señalizado como “Carballeira de D. Elías”, y en sus cercanías se puede encontrar el Molino de la Iglesia. Se trata ésta de una calzada romana que asciende hasta las cercanías del observatorio astronómico. Siguiendo de frente se continúa por otro ramal, también acreditado como romano, que se acaba volviendo a encontrar con el primero.
El ascenso es bastante técnico, a tramos con una cierta pendiente, pero permite disfrutar en todo momento de este gran deporte, además de unas estupendas vistas del entorno.
Tras 1’3 kilómetros de ascenso desde el robledal anterior, se llega a una pequeña turbera, la Braña de las Pozas Secas. Allí realicé un pequeño descanso, donde pude observar varias cosas curiosas: un ciervo que huía en la distancia, el calvero creado por la turbera, y lo que parecían ser emanaciones de gases provenientes de la descomposición de la materia orgánica que genera la turba.
En este punto el camino desaparecía brevemente, pero tras pasar una pequeña corriente de agua, y al fondo de la turbera, junto a un abrevadero, el camino vuelve a aparecer, siempre en ascenso, en una zona en la que se había realizado una tala recientemente. Al poco se llega a una pista forestal, que se ha de tomar a mano derecha, para ascender de una manera bastante cómoda hasta el observatorio astronómico de Cotobade.
Tras dejar atrás el observatorio, se continúa por la misma pista, que describe un giro a la izquierda para alcanzar una pequeña laguna, junto a la que encontré una manada de caballos salvajes, que no pude menos que pararme a grabar.
Tras esta breve parada, reemprendí la marcha con el objetivo de alcanzar la cota máxima de la etapa: el alto de Monte Coirego. Pasada la laguna, se cruza una pista asfaltada, y se sigue de frente por una pista que serpentea el monte, buscando su cima. Al principio empieza suave, pero poco a poco va ganando en dureza, llegando en esta primera parte a alcanzar pendientes del 12%. A los 800 metros, a mano derecha se abre un atajo que permite subir de manera más rápida al monte. Rápida y brutal, con tramos al 17% de desnivel, pero con un firme fiable, aunque algo pedregoso. Tras estos 300 metros de recorte, se vuelve a salir a la misma pista de antes, que permite culminar la subida al alto 300 metros después, a 771 msnm.
Las vistas son estupendas, y en un dia tan despejado como el que tuve, se podía observar fácilmente la ría de Pontevedra, aunque el resto de puntos cardinales dejaban vistas que no desmerecían en nada la anterior, y entre las que destacaban la vista de la laguna y el observatorio, esta vez desde arriba.
Tras un pequeño descanso, emprendí la bajada por el monte, que no pude menos que grabar.
De vuelta a la carretera, tomé ésta en suave descenso hasta O Cádavo, donde destaca la Capilla del Santo Ángel de la Guarda.
Desde allí, se toma una pista que en descenso suave, con algunas subidas y bajadas, se dirige a la población de Vila de Arriba, por una pista forestal en zona explotada por madereras.
Hasta ese momento el recorrido estaba siendo estupendo, pero al llegar a las cercanías de Vila de Arriba se consumó el desastre. La pista que había ido trayendo hasta ese momento, muy clara, llegó a un cierre con alambre de espinos que impedía el paso. Tras consultar el rutero GPX, observé que me había desviado parcialmente del recorrido. Desandé mis pasos para encontrar una nueva senda, que tampoco correspondía exactamente con el recorrido GPX. Volví adelante y atrás, hasta encontrar un camino casi completamente perdido por la maleza.
Camino que volvía a desviarse del recorrido, y que moría en una nueva alambrada. Había otra pista clara, pero se alejaba bastante de Vila de Arriba, y que ni siquiera aparecía en los mapas, lo que podía significar grandes dolores de cabeza. Así que me decidí a cruzar la cerca, e intentar recuperar el camino, que supuestamente cruzaba la torrentera que tenía frente a mí. Mala decisión. No había camino, y pronto me encontré andando entre la maleza, saltando cercas y con la bici al hombro, para llegar a una plantación de la tríada galaica: tojos, zarzas y ortigas. Desesperado, salté otra nueva cerca para emprender el descenso por la torrentera, con agua hasta las rodillas. Avancé unos 50 metros de esta guisa, hasta un punto en el que el torrente estaba bloqueado por un arbol caído. Ahí salí de nuevo a la maleza, menos densa que antes, y pude avanzar entre unos eucaliptos, hasta llegar de nuevo al camino que indicaba el GPX. Cómo no, comido de maleza, aunque no tan cerrada como en espantos anteriores.
Pude avanzar sin demasiadas penurias los 300 metros que me separaban de Vila de Arriba. Tan sólo para descubrir que había pinchado. La verdad, me sorprendía no haberlo hecho antes. Me tocó cambiar de cámara, y por alguna razón que no alcanzo a comprender, la cubierta que había podido sacar sin problemas se resistió enormemente a ser colocada de nuevo. En fin. Solucionado el pinchazo, emprendí el ascenso por carretera hacia Trabazo. Al llegar a la cima me percaté de que iba de nuevo pinchado, aunque con una fuga lenta. Eso supuso la puntilla a la etapa. En vez de girar a mano derecha por una pista forestal que tendría que llevarme hacia Cuspedriños primero, y luego en descenso hasta Paraños antes de volver a Carballedo, opté por seguir por carretera a Trabazo, y luego seguir recto -también por carretera- y dar por finalizada la etapa con un recorte de 5 kilómetros sobre el recorrido previsto. Etapa, que pese a las penurias del final, no puedo menos que calificar de estupenda.
Datos de la etapa
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Como complemento a la etapa de Nochebuena, no me pude contener, y realicé una pequeña etapa de Navidad. Pequeña pero bien aprovechada. La idea era realizar una bajada que parte desde enfrente del observatorio astronómico, y que tenía una pinta estupenda las veces que había pasado por allí. Así que a media mañana del día de Navidad, salí en dirección a Chamosa, donde de nuevo pude contemplar su llamativa cascada.
Esta vez, en el cruce que lleva a Las Casetas, opté por girar a la izquierda hacia Salgueiro, por el fondo del valle. Al poco de pasar la aldea la carretera se convierte en pista, y después en una bonita corredoira. De nuevo con agua. Mucha agua. Y zarzas.
Lo malo viene después. Tras cruzar sobre un regato, se inicia un ascenso asequible por corredoira, que desemboca en una carreterita rural, que con rampas del 15% suben hasta el observatorio. Corta, pero brutal.
Y desde allí, la pista. Una buena pista, ancha, bien conservada, y de un sorprendente color arcilla, frente al habitual color oscuro granito que domina toda esta zona. Y que transcurre por una zona casi deforestada. Recuerda más a Córdoba que a Pontevedra. La pista llega hasta un cercado, en rápido descenso, y con unas estupendas vistas de Forcarey, y allí sigue a mano derecha, notándose que el trasiego por ella es mucho menos, ya que pasa a estar cubierta de musgo y con abundantes regueros. En uno de ellos me hundí a media rueda por toda el agua que lleva. No se tarda mucho en llegar hasta el arroyo de la Chamosa, donde hay una toma de agua potable para Forcarey, y que lleva abundante agua.
Tras pasar el arroyo, se inicia un ascenso, en el que el paisaje pasa poco a poco a convertirse en el acostumbrado bosque de estas zonas, justo a la entrada de la aldea de A Mámoa.
Desde allí se enlaza con la Senda de los Arrieros, que en fechas recientes se ha recuperado, e intenta convertirse en Camino Oficial de Santiago, bajo el nombre de Geira Romana e Dos Arrieiros. Se nota que esta es una senda importante, por el gran ancho de la misma entre cerca y cerca de piedra. Se empieza subiendo un poco, para posteriormente empezar un trepidante descenso -de nuevo por calvero- hasta la carretera de Forcarey. Si bien desde allí es posible seguir hasta el puente de Gomail, en mi caso opté por volver a Forcarey por carretera, y dar por terminada la mini-etapa.
Datos de la etapa
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El sábado 12 de diciembre hice mi tercera salida por las cercanías de Forcarey. El objetivo de la etapa fue visitar otro de los puntos señalados que tengo en mi agenda sobre Forcarey, que no es otro que su observatorio astronómico. Y ya de paso, la idea era recorrer otro tramo del PR-G 113, de los Puentes del Lérez.
Empecé la etapa temprano, sobre las 8:45. Una mañana fría, que rondaba los 8ºC. Salí de Forcarey por el camino de la Chamosa, que lleva -además de esta aldea- a Las Casetas, y de ahí al observatorio. Un breve paseo por una carretera local con un excelente asfalto. Y la primera sorpresa de la jornada, a mano izquierda, es la cascada de Chamosa, que destaca en el paisaje como una herida abierta en la montaña.
(Fotografía cortesía del Ayto. de Forcarey)
En cuanto al camino en sí, no tiene complicación alguna. Todo el rato en suave ascenso hasta llegar a Las Casetas, y poco después de abandonarla, se llega al observatorio, en un promontorio que queda a la derecha de la carretera.
El observatorio es pequeño, funcional… y está cerrado. Durante unos años estuvo abierto para el público en general, pero los recortes por la crisis pasada motivaron su cierre salvo días concretos al año, lo que es una verdadera pena. De nuevo en el camino, volví hacia Las Casetas para desde allí tomar la carretera de O Cruceiro, que no tardaría en abandonar, a mano derecha, por una pista asfaltada que desemboca en la PO-2205, y que lleva hasta el Monasterio de Acibeiro. Por mi parte, dejé la carretera a la altura de San Bartolomé, para desde allí llegar a Andón, y recuperar el recorrido del PR-G 113. Y nada más tomar el camino, llegué al Puente Viejo de Andón.
De vuelta al camino, se vuelve a cruzar la carretera, y se sigue una pista que va serpenteando en torno a la carretera hasta llegar a Andón. En esta época del año hubiera sido mejor ir por la carretera, ya que el camino, más que un camino, era un arroyo. Y no lo digo por decir:
Una vez superado el arroyo, el PR-G 113 se convierte en una buena pista, con algo de sube y baja y que está excavada casi en roca viva, pero que permite seguirla muy bien. Agradable y ancha. Y tras un poco de llaneo, se llega a una bifurcación: hacia la izquierda se va al monasterio, y a la derecha se baja siguiendo el cauca del Lérez camino de Forcarey. Y ese era mi recorrido.
La bajada empieza por pista ancha, nada complicada, y con unas tremendas vistas del valle frente a ti, pero poco a poco se va estrechando, complicándose, y haciéndose interesante. Hasta que pasa a ser demasiado interesante.
Una bajada casi a pico, con rampas del 45% (aunque debe de ser un error del GPS), por un camino de lajas de piedra cubiertas de musgo, y resbaladizas como la madre que las parió. Habrá quien baje por ahí montado en la bici, pero no es mi caso. Superado semejante trance, se llega a un puente sobre un torrente, que bien vale una parada:
Y el caso es que, poco después, me tuve que volver a parar. Un pinchazo que venía arrastrando desde que pasé por una zona de tojos que no presagiaba nada bueno.
Tras una reparación rápida, y de nuevo por un sendero bastante empinado y estrecho, se acaba volviendo al cauce del Lérez, en las cercanías de Quintelas. Allí, tras cruzar el puente sobre el río, el PR-G 113 continúa pegado al cauce. Pero dado el día, la cantidad de agua y barro que no dejaba de encontrar, opté por abandonar el PR-G 113 y volver a Forcarey por carretera. Subí por una corredoira hasta Quintelas, y desde allí enlacé con la cercana Dúas Igrexas.
Y desde allí a Focarey apenas hay un corto paseo. Una etapa bien aprovechada.
Datos de la etapa
Distancia: 21’134km km
Distancia (según el GPS): 21’13 km
Altitud ascendida: 460 m
Tiempo de etapa: 1:43:20
Tiempo desde el inicio de la etapa: 2:18:10
Calorías consumidas: 861 kcal
Etiquetas: andón, dúas igrexas, forcarey, observatorio astronómico, pontevedra, pr-g 113, puentes del lérez, quintela