El domingo 3 de abril de 2016 volví a salir a rodar con mis amigos cordobeses. Aprovechando una visita a Córdoba para la boda de mi prima Lourdes, así como una semana de vacaciones para resolver algunos asuntos en Sevilla, no iba a dejar pasar la oportunidad de volver a rodar por mi querida tierra cordobesa. No en balde estuve dando la lata a mis amigos durante más de un mes para organizar la salida. Y tras unos cuantos dimes y diretes, al final acabamos saliendo a rodar el domingo, en mi caso con unas breves horas de sueño tras la boda de Lourdes.
Quedamos a las 10:00h cinco BartoCalvos: Javi Aljama, Ángel, Mané, Inma (que se nos uniría más tarde, junto al Club de Golf) y yo. Salimos desde el Vial Norte. Era la primera vez en tres años largos que salía a rodar con Ángel, y eso ya era también algo digno de celebrar. Y con nueva montura: una excelente Ghost que le compró a Paco Herrera, en un estado excelente, y con muy poco uso. Javi vino -tarde, como suele- también con su nueva Slash de carbono. Un gran día.
Empezamos a rodar a eso de las 10:25h. Salimos de Córdoba por el Puente Romano del arroyo Pedroche, y subimos por la senda del Camino Mozárabe hasta la Carrera del Caballo. Ángel iba avisando de que estaba desentrenado, pero no paraba de tirar, como en los viejos tiempos. Yo, por mi parte, me encontraba mucho mejor de lo que esperaba con la Ghost, habida cuenta de la juega y las pocas horas de sueño, y el estar ahora más acostumbrado a rodar distancias cortas con la plegable. Pero no iba mal la cosa, nada mal.
Subimos la Loma de los Escalones, a un ritmo relajado, pero sin pausa. En mi caso, me sentía cómodo rodando, y el entusiasmo por encontrar por paisajes largamente añorados me ayudaba a disfrutar de cada pedalada. Así, poco a poco Javi y yo nos fuimos separando, para acabar llegando destacados a Doña Enriqueta. Allí, reconstruido el grupo, volvimos a seguir con el ascenso, siempre por el trazado del Camino, hasta llegar a Arrastraculos. Nuevo reto. Y de nuevo, superado con éxito, con mi segundo mejor tiempo histórico de esa pared. Si es que cuando digo que me encontraba cómodo, no es por decir.
Pero se nos estaba haciendo tarde. Habíamos quedado con Inma a las 12:30h en el Club de Golf, rondábamos ya el mediodía, y aún no habíamos llegado a Cerro Muriano. Bajamos a toda velocidad, y allí Ángel decidió seguir hacia el Club de Golf por carretera, y Mané, Javi y yo nos quedamos para hacer un pequeño tentempié.
Tras la breve parada seguimos los pasos de Ángel, y empezamos el ascenso al Club de Golf por carretera. La idea era llegar cuanto antes, para luego, si había ganas, seguir por la Pasada del Pino hasta Las Jaras. Pero por lo que estaba pudiendo ver, iba a ser demasiado para la burra. Se estaba haciendo tarde, y la gente no estaba aún en forma para una etapa con tanta exigencia.
Al poco nos encontramos los cinco. Una buena subida por carretera, tras la que decidimos recortar un poco la etapa. Tomamos el GR-48 para ir al Lagar de la Cruz. Disfrutamos de un buen tramo XC, en el que empezamos a ver nubes que amenazaban el final de etapa.
Una vez en el Lagar, hicimos una parada para tomar unas buenas cervezas, disfrutadas en mejor compañía, y decidimos dar por finalizada la etapa, ya que el día se estaba poniendo bien feo, y era ya bastante tarde.
Ángel, merced al estado un tanto precario de sus frenos, decidió bajar a Córdoba por carretera. Inma estaba al lado de casa, y Javi, Mané y yo nos decidimos por Los Morales, pero haciendo la King-Kong, recientemente abierta. Dicho y hecho, según bajábamos, empezó a chispearnos, pero no era nada que no pudiéramos afrontar. Bajamos el primer tramo de Los Morales, y luego enfilamos para la King-Kong. Y lo que Javi nos había contado de ella no era -ni mucho menos- una exageración. Un tramo salvaje, abierto a puro huevo, y con un estremecedor salto de 2 metros precedido por un palé. Espectacular.
El resto de la bajada tampoco desmerecía. Terreno virgen, recién abierto, con mucha tierra suelta y algún que otro susto. Pero sumamente divertido. Acabamos saliendo de nuevo a Los Morales, y terminamos de bajar por Sansueña. Allí Mané y yo nos separamos de Javi, y volvimos a la Asomadilla. Una etapa algo más breve de lo que me hubiera gustado, pero de la que disfruté cada segundo. ¡Gracias a los que la hicieron posible!
Los datos de la etapa son los siguientes:
Elapsed Time | Moving Time | Distance | Average Speed | Max Speed | Elevation Gain |
---|---|---|---|---|---|
00:00:00 | 00:00:00 | 0.00 | 0.00 | 0.00 | 0.00 |
hours | hours | km | km/h | km/h | meters |
Etiquetas: arrastraculos, carrera del caballo, córdoba, cerro muriano, gr-48, king-kong, lagar de la cruz, loma de los escalones, los morales, mtb
El domingo 7 de abril realicé mi primera salida en Córdoba tras las etapas realizadas por el Camino Mozárabe. Después de varias semanas, por fin volvía a salir en una etapa de montaña en condiciones, y el objetivo marcado era muy especial: subir a Torreárboles, la cota más alta de Sierra Morena en las inmediaciones de Córdoba. Así que con ese objetivo partimos pasadas las 9:00h Mané, Antonio y yo.
Cruzamos el parque de la Asomadilla y ascendimos por el Barrio Naranjo. A continuación tomamos el antiguo trazado del ferrocarril de Almorchón, y cruzamos el arroyo Pedroche por el Puente de Hierro, que se encontraba perfecto para la ocasión: húmedo y resbaladizo.
Tras cruzar -a pie- el Puente de Hierro, nos encaminamos hacia la Carrera del Caballo. Cruzamos la N-432, y por carretera subimos hasta la Virgen de Linares. Y desde allí, afrontamos la subida de la Loma de los Escalones. Dura, como siempre, pero en la que me sorprendí afrontando bastante bien -mejor que nunca, de hecho- los primeros tramos de roca viva.
Subimos sin mucha novedad, pese a lo húmedo de la caliza, la Loma. A continuación seguimos ascendiendo por el Camino, para desembocar en la subida de Arrastraculos, que hicimos también sin poner pie en tierra. Estaba siendo una mañana memorable. Desde lo alto de Arrastraculos descendimos a toda velocidad hasta Cerro Muriano, donde hicimos una parada para tomar un desayuno.
Una vez terminada la pausa, nos encaminamos hacia nuestro verdadero objetivo: Torreárboles. Volvimos sobre nuestros pasos, siguiendo las marcas del GR-48, hasta llegar a las inmediaciones de la cuesta de Arrastraculos. Desde allí seguimos las marcas, hasta que las perdimos, justo ante una cancela que obstaculizaba el paso por un camino. Bordeamos la cerca, y seguimos por la pista que transcurría a los pies de Torreárboles, rodeando el cerro. Unos 1500 metros después de la cancela, y tras hacer realizado un pequeño descenso, llegamos a una intersección del camino. Tomamos el camino de la derecha, que en una brutal subida de algo menos de 500 metros, con rampas del 15’9% nos llevó a una valla, donde volvimos a encontrar las marcas blancas y rojas del GR-48.
Dado que habíamos rodeado el cerro, y que habíamos perdido las marcas, decidimos subir por el sendero que bordeaba la verja, y en el que vimos la marca del GR, hasta lo alto de Torreárboles. Fue una subida criminal, en la que ya no sólo no fuimos capaces de ir sobre la bici, sino que en la mayoría de los tramos apenas éramos capaces de tirar de ella en la subida. Fueron 400 metros de locura, hasta coronar Torreárboles. Eran las 12:15h.
Nos quedamos un rato contemplando las vistas, y cuando íbamos a realizar el descenso, nos encontramos con una pareja de la Guardia Civil. Les preguntamos acerca del camino, para resolver dudas de si habíamos ascendido por el sitio correcto, y nos comentaron -cosa que ya conocíamos- que había problemas de paso con el dueño de una finca colindante. De hecho, ellos se encontraban allí para hacer seguimiento de una excursión del grupo A Desalambrar, a los que, en efecto, vimos realizando la ascensión. Amablemente, nos comentaron que la bajada señalizada transcurría pegada a la cerca. En efecto, justo antes de la verja que anteriormente habíamos visto me había parecido observar que había un sendero que ascendía junto a la valla, pero lo había descartado, al parecerme demasiado abrupto.
Así pues, tomamos el camino de descenso, pasando junto a las antenas de telecomunicaciones. El sendero era estrecho y a tramos peligroso, con saltos grandes sobre piedra viva, pero la mayoría del tiempo podía realizarse bien en descenso. Sin mucha novedad llegamos hasta la cerca anterior, y desde allí nos dirigimos a la ermita de Nª Sª de los Pinares. Se nos había hecho tarde para subir Los Villares, por lo que optamos por volver a Córdoba por la vía rápida: Morning Star y Loma de los Escalones.
Bajamos a un ritmo razonable -más tranquilo en mi caso- el Morning Star, con Mané y Antonio a la cabeza. Pese a bajar más relajado, aun así acabé con la manos llenas de arañazos (¡y eso que llevaba guantes largos!). Posteriormente salimos al tramo antiguo de la N-432, y desde allí ascendimos hasta la curva del Frenazo. A esas alturas de la jornada llevábamos una palicilla considerable, así que bajamos sin muchos trámites la Loma de los Escalones. Posteriormente, tomamos la carretera hasta llegar a la Carrera del Caballo, y descendimos hasta el club Asland por el tramo abandonado de la N-432. Junto al club nos despedimos de Antonio, que volvía a su casa por la Joroba de Asland y el Vial Norte, mientras que Mané y yo nos dirigimos a la Asomadilla, enlazando a través de la obra abandonada de la Ronda Norte. Por último, cruzamos el parque de la Asomadilla, para llegar a nuestras casas al filo de las 14:00h. Me había notado en un estado de forma excelente, y como en un momento dado le dije a Mané, tras el Camino, notaba que me faltaban kilómetros por hacer.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Loma de los Escalones – Cerro Muriano – Torreárboles
Etiquetas: arrastraculos, córdoba, cerro muriano, gr-48, loma de los escalones, mtb, torreárboles
Esta es la crónica de una etapa que pudo ser y no fue: una etapa entre Córdoba y Villaviciosa, en la que ascenderíamos por la Loma de los Escalones y Arrastraculos hasta Cerro Muriano, en la que continuaríamos hasta El Vacar por el Camino Mozárabe, para dirigirnos a continuación hasta Villaviciosa, primero por campo y luego por carretera, para retornar por el Puerto del Aire y Los Arenales, y llegar finalmente a Córdoba por Trassierra y Montecobre. Pero que se quedó en eso, en una intención.
Salimos Ángel y yo a las 7:40h, bien tempranito por la mañana, camino de Villaviciosa -o al menos, eso pensábamos. Habíamos salido con tanta antelación porque los 90 kilómetros largos que calculábamos que íbamos a tardar así lo requerían. pero probablemente habíamos escogido el mejor día para hacer ese tipo de etapa: a diferencia de lo ocurrido en mi etapa de la semana anterior, este sábado apenas rondábamos los 3ºC. Y eso dentro de la ciudad. La máxima para Villaviciosa era de 2ºC, y calculaba que tan pronto como saliéramos a la sierra caeríamos por debajo de los 0ºC. En previsión de eso, había llenado el camelback con agua prácticamente hirviendo, por lo que llevaba una suerte de calefacción central sumamente agradable.
La etapa empezó rara. Dejamos atrás El Camping, y bordeamos el Parque de la Asomadilla, en dirección hacia la joroba de Asland. Y digo que comenzó rara porque, cuando bordeábamos el parque, vimos salir una rata de él, cruzando por delante nuestra. Algo habitual hace algunos años, cuando en vez de parque teníamos un descampado, pero que era inusitado a estas alturas. Y más inusitado aún que la rata, de unos 15 cm. de largo, sin contar la cola, decidiera suicidarse, volviendo sobre sus pasos justo cuando pasaba a su altura. Sonó así como crunch-chof. Al menos no salpicó.
Salimos, pues, de Córdoba por debajo de la Joroba de Asland, para dirigirnos a continuación hacia el puente romano sobre el arroyo Pedroche, que cruzamos. A esas alturas apenas llegábamos a los 2ºC. Pronto nos encaminamos, siguiendo el trazado del Camino Mozárabe, hacia la Carrera del Caballo. Atravesamos Torreblanca y nos internamos, poco a poco, en la sierra, listos para subir la Loma de los Escalones. El campo se encontraba completamente escarchado, y es que no en balde nos encontrábamos a 0.5ºC, y el agua de los camelback se nos estaba empezando a congelar. Por suerte, pronto íbamos a entrar en calor, subiendo la Loma.
Tengo que decir que se me hizo duro, después de tanto tiempo, volver a afrontar una pared como el comienzo de Los Escalones. Y es que hacía tiempo -desde antes de la lesión de espalda- que no afrontaba una subida de ese calibre, pese a hacer bastante kilometraje, y lo estaba sufriendo. Aun así, el día lo merecía. Dejamos atrás la primera pared, y llegamos a la cancela. La pasamos, y pronto nos encontramos subiendo por los escalones propiamente dichos. Y fue entonces cuando llegó el desastre: una rama de pino se introdujo en mi rueda trasera, bloqueando la cadena y haciendo palanca en los radios. Escuché un fuerte crujido, y noté cómo perdía toda la tracción. Al echar pie a tierra y observar los daños, lo tuve claro. La etapa se había acabado para mí. La rama había hecho partirse el puntal de enganche del desviador trasero al cuadro. Y para eso no había recambio que valiera. Era bastante probable que las temperaturas, que rayaban los 0ºC, afectaran a la flexibilidad del aluminio, haciéndolo más quebradizo.
No nos quedó más remedio que desmontar desviador y cadena, y volver, sin transmisión, sobre nuestros pasos. Descendimos la Loma hasta la Virgen de Linares, y desde allí Ángel tiró de mí hasta Córdoba. A tramos, en las subidas, me bajaba e iba corriendo a trote cochinero, pues no era plan tampoco reventar.
Como variación descendimos por el tramo viejo de la N-432 hasta el Club Asland, para luego entrar en Córdoba por la Joroba, y dirigirnos a el Camping. Allí, en casa de Ángel, realizamos el reemplazo del puntal, para descubrir que aún quedaban restos de madera en la corona y en los radios.
Tras el reemplazo, vimos que el cable de cambio también estaba pidiendo a gritos el ser sustituido. Visto lo cual, dimos, pues, por finalizada la etapa.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Córdoba – Loma de los Escalones (etapa fallida)
Etiquetas: córdoba, loma de los escalones, mtb, n-432
El domingo 12 de febrero realicé una de las etapas más brutales de las que he hecho hasta el momento. Hay que admitir que no se trata de la más dura en cuanto al recorrido de las que hasta ahora haya disputado, sino ,por la combinación de recorrido, distancia, perfil ym sobre todo, climatología.
Durante la semana anterior habíamos estado el grupo de amigos de Córdoba disparatando sobre recorridos brutales para hacer con la bici en ese fin de semana, y finalmente habíamos consensuado un recorrido al que denominamos “Brutal2″: Loma de los Escalones – Cuesta de Arrastraculos – Cerro Muriano – El Vacar – Cerro Muriano – Torreárboles – Los Postes – Meseta Blanca – Trialera. Un disparate largo, duro y, como su nombre indicaba, brutal. Una etapa que nos iba a obligar, dado su kilometroaje, a salir bien tempranito en la mañana. Con lo que no contábamos es que íbamos a salir en el que probablemente fuera el día más duro de lo que llevábamos de invierno.
Así pues, recogí bártulos de Málaga y regresé a Córdoba la víspera de la etapa, dispuesto a realizar la etapa brutal. Por suerte para mí, seguía teniendo en Córdoba mi ligera Fuji. Cuando llegamos, tentado estuve de reemplazar la cubierta Small Block Eight de 2.1” trasera por la veterana Larsen TT de 1.9”. Pero teniendo en cuenta que la bajada de los postes era parte del recorrido, opté por conservar una cubierta con algo más de superficie. Si hubiera sabido lo que acabaría pasando, habría optado sin dudarlo por la Larsen.
Habíamos quedado para comenzar la etapa a las 8:30h del domingo. Cuando asomé la cara a la calle, un poco antes de la hora fijada, tuve una indudable confirmación de que la etapa iba a ser sumamente dura. Se me helaron hasta las ideas. El termómetro de la bici indicaba -1.5ºC. Y aún estábamos en la ciudad. Poco a poco fueron apareciendo Marcos, Ángel y Mané. Auténticos héroes. Pero el más heroico de todos, a esa hora de la mañana, fue Javi Aljama, que había bajado todo el Brillante hasta el punto de encuentro. Teniendo en cuenta la velocidad de bajada y la temperatura en la Sierra, la sensación térmica de que tuvo que sufrir en la bajada era de -18ºC.
Merced a un pinchazo de Mané, acabamos empezando la etapa al filo de las 9:00h. Nada más salir realizamos la primera variación sobre el recorrido previsto: para enlazar con la Loma descartamos subir desde el puente romano del arroyo Pedroche, sino que optamos por cruzar el barrio Naranjo, bajar hasta Puente de Hierro, y subir por la trialera. Una mala decisión. Nada más entrar en la trialera, la temperatura descendió hasta los -3ºC, y a medida que íbamos remontando el arroyo, la temperatura seguía bajando. Pasamos la fuente de la Trinidad, que se encontraba helada, y seguimos subiendo, y la temperatura cayendo. Llegamos a alcanzar los -5.6ºC. Ángel y yo nos encontrábamos razonablemente bien, ya que ambos llevábamos guantes de invierno -de neopreno, en mi caso- que nos hacían soportar el frío en las manos bastante bien. Pero Marcos, Javi y Mané, pese a llevar guantes largos, eran guantes convencionales. Ellos llegaron a sufrir rigidez en los dedos, lo que les imposibilitaba accionar las manetas de freno. Para nuestro horror, pronto descubrimos que el agua de los camelback se nos había congelado en el tubo. Y es que a esas alturas hacía una temperatura más agradable en el interior de nuestras neveras.
Paramos un momento al llegar a la pista de la cantera, para entrar un poco en calor al sol. Llegamos Ángel, Javi, Marcos y yo. Pero Mané no aparecía. Marcos se dio la vuelta, y se lo encontró sentado en una piedra, aterido de frío, y con la braga protectora cubierta de escarcha, de su propio vaho. Le había dado un bajón en la subida, y se había tenido que sentar mareado. Cuando se unió a nosotros, vino con la intención de darse la vuelta. Y es que, para entrar en calor en la trialera, habíamos marcado un ritmo intenso, lo que le había provocado un choque térmico.
Pese a todo, tras unos veinte minutos de descanso, en el que subimos hasta la maravillosa temperatura de -1.5ºC, Mané decidió continuar con nosotros. Subimos a ritmo tranquilo la pista de la cantera hasta la carretera, y atravesamos la urbanización Torreblanca. Posteriormente tomamos el Camino de Santiago, y empezamos, sin muchos más trámites, el ascenso de la Loma de los Escalones. Como hito llamativo personal, es la primera vez que conseguí realizar todo el tramo justamente anterior a la Virgen de Linares sin poner pie en tierra en ningún momento, incluyendo el pequeño cortado que hay justo antes del descenso.
No dejamos de constatar que el número de gente que nos encontrábamos era bastante más menguado que el habitual en cualquier otro domingo. Y es el que el frío estaba haciendo estragos. Iniciamos la subida a las 10:00h, y tardamos 37 minutos en subir hasta la curva del Frenazo. Contra lo habitual en otras ocasiones, no realizamos prácticamente parada alguna en ningún tramo. Y es que Ángel y Mané optaron por no interrumpir la marcha, y seguir con el ritmo que se habían conseguido marcar.
Apenas nos detuvimos, igualmente, en la curva, y atacamos la subida sin mayor dilación. Arrastraculos nos estaba esperando. Subimos todo el rato por el Camino Mozárabe, y tampoco Arrastraculos se nos resistió. Así llegamos a la primera cota de la etapa, en la que -de nuevo- tampoco nos detuvimos, ansiosos como estábamos de llegar al Muriano y meternos algo caliente entre pecho y espalda. Entramos en Cerro Muriano a las 11:00h, y paramos en el bar de la entrada del pueblo a comernos unas tostadas con unos cola-caos bien calientes. Y es que aunque Marcos y yo preferíamos ir a la churrería del final de la barriada, hay que admitir que allí hubiéramos tenido que estar a la sombra, y en ese bar podíamos estar sentados ricamente al sol. Algo que, la verdad, nos hacía bastante falta. Nos demoramos tres cuartos de hora, desayunando tranquilamente y entrando en calor, algo a lo que -en el caso de Ángel, Mané y yo- ayudaron sendas copas de Machaquito Seco bidestilado. 55º alcohólicos que compensaban los -5.6ºC que habíamos tenido que sufrir. Y que nos acompañarían, regusto anisado mediante, el resto de la etapa.
Como decía, reanudamos la etapa a las 10:45h. De ahí en adelante teníamos 14 kilómetros de pedaleo hasta llegar a la siguiente parada del día: El Vacar y su castillo. Aunque el terreno era desconocido para nosotros, lo teníamos fácil para llegar. Se trataba tan sólo de seguir las fechas amarillas del Camino Mozárabe y los postes blancos y rojos del GR-48 (he de hacer constar que mi querencia por este apasionante recorrido me está ya causando ser objeto de algunas bromas por parte de mis amigos; pese a todo os quiero igual, malditos. )
Nada más salir del Muriano nos encontramos con una sorpresa: lo que teóricamente tendría que ser una senda paralela a la carretera, había sido convertido en todo un carril bici que llevaba más allá de la base militar. Y de color verde. Esta sorpresa nos permitió rodar de manera bastante cómoda en ese rato, pero hay que admitir que resultaba un tanto aburrida.
Poco después de la base, a la altura de la estación de Obejo, acabó el carril-bici. Desde allí encontramos lo que habíamos esperado: senda. Y como hacía el GR-48 en la zona de Los Villares, corría paralela a la carretera, realizando abundantes subidas y bajadas. Al menos hay que admitir que eran menos intensas que en Los Villares. En una de ellas tuve el percance del día: un arroyo había excavado un profundo tajo en el camino, que no obstante, se podía cruzar sin excesivos inconvenientes… salvo que, como en mi caso, te desviaras un par de centímetros de más a la izquierda: bloqueé la rueda en la bajada, y salí despedido sobre el manillar contra el talud. Por suerte, pude amortiguar la caída con los brazos, y me evité sufrir un golpe seco como en la Cañada de la Barca (cuyas consecuencias aún estoy sufriendo). Aun así, a decir de Mané, que iba detrás mía, la caída fue peligrosa.
En fin, sin mayor percance, volvimos a rodar. Pasados estos tramos de subidas y bajadas por bosque mediterráneo, salimos a un tramo de dehesa más abierto, y más amigable para rodar. O lo hubera sido si no hubiéramos encontrado algunas zonas embarradas, que nos dieron algún que otro susto. Lo que seguía impresionándonos es que, a esas alturas del día (pasaba ya del mediodía), siguiéramos encontrándonos charcos congelados. Sería una tónica de todo el día.
Llegamos a El Vacar a las 12:45h. Cruzamos rápidamente la aldea, y avanzamos hasta las estribaciones del castillo. Y es que no íbamos a llegar hasta allí, y luego no subir -qué menos- hasta la fortaleza de Mano de Hierro. Al menos, eso es lo que yo pensaba. Pero cuando llegamos hasta allí, Mané, que seguía con el cuerpo descompuesto desde la trialera, y Ángel, que en un alarde de osadía estaba haciendo la etapa con su bicicletón de descenso, dijeron que allí se plantaban, y que ellos se iban de birras a El Vacar.
Así pues, sólo Javi, Marcos y yo realizamos la subida al castillo. Y es que como bien dijo Javi, cuando sugerí que si no íbamos al castillo siempre sería una excusa para volver, iba a subir al castillo con tal de no tener que volver nunca hasta ahí. La subida no tuvo nada de especial. Fueron apenas 300 metros desde la zona en la que nos habíamos detenido, y nos proporcionó una excepcional visita al castillo.
…así como unas inmejorables vistas de la zona (y del dedo de Marcos):
Así como un buen rato de palique:
…hecho lo cual, rodeamos completamente el castillo, y emprendimos la vuelta a El Vacar, decididos a no hacer esperar excesivamente a nuestros amigos. Y es que pese a lo avanzado del día, la temperatura seguía siendo bastante fría: 12ºC. Aunque la verdad sea dicha: a esas alturas quien más quien menos de nosotros tenía casi calor después de lo pasado.
Llegamos poco después a El Vacar, donde encontramos rápidamente a Ángel y Mané, que ya habían dado buena cuenta de una ronda de cervezas. No nos quedó menos que unirnos a la fiesta.
Dimos por finalizada la escala técnica a las 13:30h. Era ya sumamente tarde y aún teníamos que volver hasta el Muriano, realizar la subida a Torreárboles y la bajada de los Postes. Al menos, esa era la teoría. Teoría que estaba claro a esas alturas que difícilmente íbamos a cumplir. Viendo el percal, decidimos parar a comer en Cerro Muriano, y ver qué plan adoptar a partir de entonces. La vuelta fue bastante más rápida que la ida, ya que la tendencia general del tramo era en subida hacia El Vacar. Tanto fue así que tardamos apenas 50 minutos en realizar la vuelta, frente a la hora y media que habíamos empleado en la ida. Y seguíamos encontrándonos, casi a las dos de la tarde, charcos congelados:
Tan rápido volvimos, que Marcos y yo aprovechamos la parte del carril-bici para hacer relevos a toda velocidad. Demasiada velocidad: los de las rígidas dejamos atrás a los de las dobles en un abrir y cerrar de ojos. Reagrupados a la entrada del Muriano, volvimos al mismo bar de la ida. El menú cambió un poco con respecto a la ida: flamenquín con patatas y dos huevos fritos, que cayeron en un visto y no visto.
Allí decidimos, por lo avanzado del día y por el mal cuerpo que tenía Mané (del frío ni siquiera se quitó el casco durante la comida) recortar la etapa. Tuvimos una pequeña discusión acerca del mejor camino de vuelta (carretera hasta los Villares, y desde allí bajada por el 14%, salvo Javi que enlazaría con las Ermitas; o bien Loma de los Escalones y trialera), en la que finalmente decidimos bajar por la Loma, la opción preferida por Mané.
Eran las 15:30h cuando emprendimos la última fase de la etapa. Salimos del Muriano -por vez primera- por carretera, y realizamos íntegramente por ella la bajada hasta la curva del Frenazo. Fue en este tramo donde alcanzamos la punta de velocidad del día (60’9 km/h en mi caso, sin dar pedales). Desde allí tomamos la pista hasta la Loma, y realizamos la bajada. Una bajada sin gran novedad, salvo el comprobar de nuevo cómo de diferente es realizar esa bajada con una rígida frente a una doble. Y es que ya estaba empezando a olvidarlo. ^_^u
Una vez en Linares, la vuelta la hicimos por carretera hasta Torreblanca. Allí desandamos el camino hecho a la ida, y bajamos por la trialera hasta el Puente de Hierro. Nos despedimos de Javi junto al castillo del Maimón, ya que él optó por dirigirse a su casa enlazando por la parte alta de la calle San José de Calasanz. Nosotros, por nuestra parte, cruzamos el Naranjo, y salimos a casa por el Parque de la Asomadillo. Allí Mané y yo nos separamos de Marcos y Ángel, que emprendieron el descenso a sus casas. Mané y yo llegamos a las nuestras a las 16:35h. Tras más de siete horas y media de durísima etapa. Pese a haberla recortado sustancialmente. Y es que la etapa había finalmente no había sido la “Brutal2″ que habíamos planeado. Como dijimos medio en serio, medio en broma, se había quedado en “sólamente bruta.”
Los datos de la etapa están esta vez algo más menguados. Debido al enorme frío de la etapa, mi pulsómetro no funcionó adecuadamente, por lo que tan sólo tengo disponibles los datos de velocímetro y GPS, más la información de kilocalorías de Javi Aljama:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Córdoba – El Vacar
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La segunda de las etapas de la semana fue una versión recortada de un proyecto que habíamos estado madurando desde hacía semanas para estas fechas. El proyecto original era realizar una etapa larga por la Sierra, parando a comer en Los Arenales. Pero por diversas causas, la mayoría de los participantes se fueron cayendo de la convocatoria, quedando al final para la etapa tan sólo Carlos, Mané y yo. Por ello, en vez de realizar la barbarie en toda su extensión, decidimos recortarla un poco para hacer una buena etapa de mañana.
Comenzamos a rodar a las 9:45h, con un frío -unos 6ºC- digno de los meses más duros del inverno cordobés, aunque nada que no se pudiera solucionar con unas cuantas capas de ropa. Eso, y realizar una buena subida, como la Loma de los Escalones. Salimos de Córdoba por Chinales, y Fátima. Cruzamos sobre el puente romano del arroyo Pedroches, y seguimos las flechas amarillas del Camino de Santiago hasta el comienzo de la Loma. A esas alturas ya habíamos ido entrando en calor, por lo que hicimos una pequeña pausa, en la que Mané y Carlos aprovecharon para quitarse una capa de ropa. Yo, fiel a mi costumbre, continué con mi chaquetilla térmica puesta.
Realizamos la subida de la Loma a un ritmo bastante tranquilo: 40 minutos exactos desde el comienzo de la Loma hasta la curva del Frenazo, donde paramos a descansar un poco, ya que lo que teníamos por delante era aún bastante intenso. Reanudamos la marcha a las 11:55h, siguiendo de nuevo de manera estricta la señalización del Camino de Santiago, hasta llegar al comienzo de la cuesta de Arrastraculos. Cuesta que nos dimos el gustazo de subir del tirón. Una vez superado ese escollo, realizamos el descenso hasta Cerro Muriano, a donde llegamos a las 12:25h, con casi 17 kilómetros de etapa entre pecho y espalda.
Realizamos una parada larga, en la que dimos buena cuenta de unas tostadas, que nos vinieron de maravilla. Reanudamos la marcha a las 13:00h, y dejamos Cerro Muriano en dirección a la carretera de los Villares. Salimos por el camino del pozo de San Lorenzo, que tiene una bajada por dehesa bastante divertida, antes de llegar a la entrada de la base militar, y el comienzo de la carretera.
Habíamos decidido llegar hasta el club de golf por la carretera, y allí decidir por dónde volveríamos a Córdoba. Pero para eso teníamos por delante el segundo escollo de la jornada: 2’5 kilómetros de ascenso por carretera, con unas rampas medias del 6%, y máximas del 10’1%. Una subida que, como no te la tomes de la manera adecuada, puede hacer un buen destrozo. Así que nos lo tomamos con calma. Realizamos la subida en 20 minutos. Hicimos una pequeña parada en la incorporación al GR-48, pero descartamos tomar la entrada. Seguimos, pues, por carretera hasta la entrada del club de golf. Si hubiéramos realizado la etapa original, allí habríamos tomado la vereda de la Pasada del Pino para bajar hasta Las Jaras. Sin embargo, viendo la hora que era, decidimos volver a Córdoba realizando el descenso de Avionetas Normal. Descenso que, dicho sea de paso, nunca había realizado.
Así pues, dejamos la carretera por nuestra izquierda, y tomamos la senda que bordea la cerca de la pista de aterrizaje, hasta dar con la pista que constituye el descenso de Avionetas. Hicimos una breve parada al comienzo del cortafuegos de Avionetas Express, donde aprovechamos para tomar una bonita panorámica del valle del Guadalquivir.
Y así, sin mucha más dilación -ya eran las 14:00h- iniciamos el descenso de Avionetas. Este descenso tiene una longitud de casi 5 kilómetros por pista forestal y cortafuegos, muy revirado y sinuoso, pero sin ninguna dificultad técnica más allá de evitar irte por un barranco en cualquiera de sus múltiples curvas. A mitad de la bajada hay una cancela que se puede evitar por la izquierda, poco antes de llegar a una casilla. La bajada termina en un cortafuegos, que da paso a una pequeña senda, senda que conduce por una bajada muy abrupta hasta el cortijo derruido de las espaldas de Santo Domingo. Esta última bajada se encontraba en un estado lamentable, muy cerrada, rota, y con abundante grava suelta, lo que la hacía sumamente peligrosa. Aun así, la salvamos razonablemente bien, y conseguimos llegar al valle sin ningún percance.
Una vez en el valle, realizamos el descenso del arroyo Pedroches, tomando la senda de la margen derecha del arroyo. Así bajamos hasta el puente de Hierro. La segunda vez en dos días que rodábamos por allí. Dimos por finalizada la etapa volviendo a la Asomadilla por el barrio Naranjo. Llegamos a casa a las 15:30h, tras casi 40 kilómetros de etapa. Una etapa diversa y bien aprovechada.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Loma de los Escalones – Arrastraculos – Cerro Muriano – Avionetas Normal
Etiquetas: avionetas normal, córdoba, cerro muriando, gr-48, loma de los escalones, los villares, mtb