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Me encanta el olor del napalm por la mañana
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06 mar 11 Etapa ciclista: Guillena – La Central – Ferrocarril del Cala (06/III/2011)

Esta mañana Rafa, Miguel y yo hemos vuelto a coger la bici, después de algunas semanas sin salir con ellos. Para ir cogiendo el ritmo, escogimos efectuar una etapa ya conocida (Cordel de la Cruz de la Mujer y vuelta por la Ruta del Agua), pero con un añadido: subir desde La Cantina hasta La Central, y volver por el margen opuesto del embalse de Guillena, siguiendo el trazado del abandonado ferrocarril del Cala.

Salimos pasadas las 9:00h desde el inicio del Cordel de la Cruz de la Mujer, en Guillena. La mañana se presentaba agradable, sin rastro apenas del mal tiempo que nos había acompañado ayer. Rafa y Miguel salían con sus Cube doble suspensión nuevas, que no había tenido oportunidad de ver aún. Bonitas, muy bonitas. Y muy ligeras para ser sendas dobles. Sin muchos preámbulos, arrancamos, con Rafa tirando fuerte por delante. Ascendimos sin muchos problemas los primeros kilómetros del Cordel, hasta llegar al desvío de la ruta del Agua, que dejamos a nuestra derecha, y seguimos ascendiendo. Pronto notaríamos el primer cambio de paisaje del día: pasamos de un entorno de campiña a uno puramente serrano. Esta sería nuestra tónica del día: grandes cambios de paisaje en una etapa no demasiado larga.

Seguimos ascendiendo. Poco a poco Rafa fue cediendo en su empuje, ante lo que Miguel y yo tomamos el relevo. Estábamos subiendo, a mi modo de ver, más rápido de la cuenta, y corríamos el riesgo de pagarlo más adelante. Aún así, seguimos subiendo duro hasta llegar a la cima del Cordel, cerca de la central hidroeléctrica el embalse de Guillena. Era el punto más alto de la etapa, donde aprovechamos para hacer un descanso. Teníamos por delante el descenso por la cuesta de la Lenteja (alias El Caracol, alias La Serpiente) hasta La Cantina. Y esta vez tenía intención de grabarlo bien:

(El vídeo ha sido reprocesado con el estabilizador de vídeo por software para Virtual Dub Deshaker, por eso tiene esas bandas negras tan peculiares y algunos efectos extraños en los cambios bruscos de dirección. Aún así, me gusta. Tiene detalles curiosos)

Bajamos rápidamente a La Cantina, en un descenso bastante explosivo, en el que aproveché todos los recortes que pude. Sin embargo, para Miguel fue demasiado explosivo, ya que en una de las curvas más cerradas se le fue la bici de atrás, y acabó en el suelo, con un importante golpe en la rodilla, que no dejaría de darle guerra el resto de la etapa. Pese a ello, al asegurarnos Miguel que estaba en condiciones de continuar, decidimos seguir con nuestro recorrido.

Abandonamos La Cantina en dirección norte, y a difirencia de etapas anteriores, no descendimos hasta la presa, sino que seguimos por la pista de la presa. Poco a poco fuimos ganando en altura, y el paisaje volvió a cambiar: pasamos a una zona con grandes cortados de pizarra, en las cercanías del pantano. No tardamos mucho en llegar a la estación de bombeo del embalse de Guillena, donde hicimos una breve parada para tomar algo de comer en una bifurcación asfaltada. Consultamos el GPS y vimos que nuestra etapa continuaba descendiendo por la pista, que transcurría pegada a la cola del pantano. Al otro lado de éste se encontraba el recorrido del ferrocarril abandonado.

Tras comer unas barritas de cereales y un plátano, retomamos la marcha, aunque no por demasiado tiempo. Al poco de acabar el descenso, y junto al comienzo de una subida, nos paramos a echar una mano a unos ciclistas. Uno de ellos había sufrido un percance bajando, que se había saldado con el cambio de piñones destrozado -en el caso de la bici- y con el ciclista encaramado a un árbol, para evitar una caída por el terraplén que llevaba al pantano. Les ayudamos a desmontar el cambio destrozado y a cortar el cable de éste, para que pudieran al menos dejar la bici a piñón fijo.

Seguimos ascendiendo por la pista asfaltada, circulando de nuevo por un auténtico paisaje serrano que se convertiría en una constante hasta llegar a La Central. Tras la primera subida, continuamos en un terreno con suaves subidas y bajadas, que permitieron que Miguel tomara algo de aire, ya que venía sufriendo algunas molestias en su rodilla. Y así, tras un rato de marcha, llegamos a La Central. Pasamos ésta y tomamos un camino descendente que nos llevó hasta el cauce del río Ribera de Huelva. Teníamos que cruzarlo, y la verdad, dada la época del año, no las tenía todas conmigo. Sin embargo, el nivel del agua se encontraba realmente bajo, por lo que pudimos cruzar el vado sin problemas.

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Ascendimos hasta la otra orilla, y subimos hasta llegar a la vía abandonada, por una pequeña pero explosiva pendiente, hasta llegar a una casilla del guardia del tren en estado ruinoso. La vía se encuentra completamente desmantelada, sin vías, traviesas o balasto, por lo que el rodar por ella era bastante cómodo. Nada que ver con lo que hicimos Javi, Mané y yo el pasado lunes. Tan abandonada se encontraba que la vegetación lo había invadido todo, llegando en algunos momentos a circular por hierbas que llegaban hasta el manillar de la bici. Y así, empezamos el descenso por el ferrocarril.

El descenso al principio era bastante cómodo. El trazado se encontraba en bastante buen estado, y no teníamos que detenernos más que para cruzar algunas puertas que delimitaban las fincas por las que íbamos pasando. Sin embargo, poco a poco nos fuimos adentrando en una zona más abrupta. Así empezamos a circular por las trincheras del ferrocarril, en los que los desprendimientos empezaban a menudear, lo que hacía necesario circular con más cuidado, so pena de sufrir alguna caída, como de nuevo fue el caso de Miguel.

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A medida que avanzábamos la vía se iba cerrando más y más, constreñida por las trincheras excavadas en pizarra, con abundantes desprendimientos, rodeados de maleza y una feraz vegetación. Otro nuevo cambio de paisaje.

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A este cambio de paisaje pronto le acompañó la sorpresa que me tenía reservada. El túnel del ferrocarril. No había dicho nada a mis compañeros de la existencia del túnel que nos veríamos obligados a cruzar. Con lo que yo no contaba era con que se encontrara casi bloqueado por los desprendimientos.

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Pero antes de cruzar no pudimos menos que contemplar la magnífica vista del embalse de Guillena que se abría ante nuestros ojos. La misma que un rato antes habíamos visto, desde el otro lado, cuando paramos a reponer fuerzas junto a la estación de bombeo de la central hidroeléctrica.

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Una vez entramos en el túnel vimos que éste no se encontraba en tan malas condiciones como el exterior. De hecho, era posible rodar por él, pese a la oscuridad. Y como era bastante corto, el tramo sin luz alguna era bastante corto.

Pronto salimos de él, y continuamos con la bajada. El paisaje, de nuevo, había cambiado: un entorno mucho más seco, en el que la jara era la reina de la vegetación. Parecía increíble que en apenas un centenar de metros cambiara tanto el entorno.

El descenso hasta el final de la vía no tuvo muchas más novedades. Llegamos hasta el punto en que la vía desaparece, al comienzo de la Cuesta del Toro. Una de las alternativas de la etapa era realizar la subida para ir hasta Castilblanco de los Arroyos y bajar a Mairena por la trialera del Camino de Santiago. Pero dadas las circunstancias, decidimos volver por la vía rápida: Cantina y Ruta del Agua. A esas alturas pasaba del mediodía y llevábamos ya en el cuerpo unos 29 kilómetros.

Cruzamos por la presa de Guillena y subimos hasta La Cantina, sin detenernos esta vez. Optamos por volver por la Ruta del Agua. La otra alternativa era subir la cuesta de la Lenteja y bajar por donde habíamos subido. Más corto, pero con una subida durísima. Preferimos realizar una bajada más larga, pero más relajada. Pero, pese a ser una bajada más suave, Miguel no pudo evitar sufrir la visita del tío del mazo, por lo que trayecto por la ruta del Agua lo pasó bastante mal. Aparte de eso, no tuvimos muchas más novedades hasta enlazar de nuevo con el Cordel. Allí nos encontramos de nuevo con el ciclista que había roto el cambio, que iba en dirección a Las Pajanosas. Tras indicarle el camino, nos despedimos de él y bajamos de vuelta a Guillena, donde dimos por finalizada la etapa recién pasada la una y media de la tarde. Una bonita etapa para ir haciendo kilómetros con los compañeros de Sevilla. :mrgreen:

El trazado en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/03/06: Guillena – La Central en un mapa más grande

Los datos de la etapa -de nuevo ampliados al haber conseguido arreglar mi pulsómetro- son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 45’648 km. (faltan unos 2 kms. de la bajada de la Cuesta de la Lenteja)
  • Distancia (según el GPS): 48,847 km
  • Tiempo de etapa: 3h 1m 36s (faltan unos 7 minutos de descenso y del paso del túnel)
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 8m 7s
  • Pulsaciones medias: 143 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 179
  • Consumo medio de calorías: 1030 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1380 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 3h 11m 0s
  • Consumo total de calorías: 4137 kcal
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Comentarios de los lectores

  1. |

    [...] en Wikiloc (Cantina – Central Cala – Cantina) para utilizarla como núcleo central de nuestra etapa de ese día. Y con un magnífico [...]

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