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18 dic 11 Etapa ciclista: Guillenazo Express (11/12/2011)

La semana de puente a la que me referí en mi anterior artículo tuvo un bonito colofón en el último día del puente. Ese día había quedado con mis compañeros de oficina, con los que no rodaba desde la caída que sufrí en la Cañada de la Barca, para hacer una de mis etapas favoritas en Sevilla: el Guillenazo. Y digo que es una de mis etapas favoritas porque es capaz de conjugar algunos de mis elementos predilectos: una subida sostenida de varios kilómetros (la subida por el Cordel de la Cruz de la Mujer), una bajada con muchas curvas enlazadas (la cuesta de la Lenteja), un buen tramo de recorrido cross-country (hasta llegar a Castilblanco), y una bonita bajada trialera por el Camino de Santiago. En realidad, cualquier etapa que cuente con este tramo está automáticamente entre mis predilectas. Pero el Guillenazo sigue siendo algo muy especial.

Estrictamente hablando, la etapa que teníamos planificada no se trataba del Guillenazo, sino de una versión algo más reducida (aunque más intensa), que me ha dado por llamar El Guillenazo Express. La diferencia entre un trazado y otro es que el Guillenazo clásico asciende desde Guillena hasta la Cantina siguiendo la Ruta del Agua, en un recorrido de 18 kilómetros que bordea el pantano de Gérgal, sin excesivas subidas y bajadas, mientras que esta etapa asciende por el cordel de la Cruz de la Mujer, en un trayecto de 11 kilómetros, nueve de los cuales son subida sostenida, con una buena pared de dos kilómetros, y una trepidante bajada de otros dos. Para gustos se hicieron los colores, y en mi caso, prefiero la variante express.

Habíamos quedado, como decía, el domingo a las 9:00h al comienzo del Cordel Rafa, Miguel, Manolo y yo. Manolo era la primera vez que cogía con nosotros su flamante Conor AFX 8500 DH 2012, y no cabía menos que darle un buen estreno. Sin embargo, a las 8:00h de la mañana parecía que nos íbamos a quedar sin etapa: Rafa se caía de la convocatoria, y en toda la zona de la Sierra de Sevilla y el Aljarafe había una niebla que no dejaba ver un burro a tres pasos. Hablé con Manolo, y decidimos esperar a las 8:30h para decidir si se mantenía o no la etapa. A esa hora la niebla -al menos en Santiponce- había levantado bastante, y tras hablar con Miguel y Manolo, decidimos continuar con la etapa. Así que a las 9:00h estábamos los tres en Guillena, con la mosca detrás de la oreja, porque en la entrada de Guillena por la autovía la niebla no había levantado, ni mucho menos. Por suerte, monte arriba la niebla sí había levantado, si bien la mañana seguía estando fría y plomiza.

Empezamos a dar pedales a las 9:10h. Teníamos por delante tres grandes subidas, y unos 46 kilómetros de etapa. Miguel y Manolo, que apenas habían salido a rodar desde el verano, habían expresado sus objeciones a dureza de la etapa en los días previos, por lo que decidimos marcar un ritmo relajado en la subida. Al fin y al cabo, la feria iba a ser larga, y no tenía sentido reventar al personal en las primeras de cambio. Así pues, los nueve kilómetros largos de subida inicial los marcamos a un ritmo medio de unos 10 km/h, por lo que -un sencillo cálculo- llegamos a la cima de la primera subida después de casi una hora de ascensión. Allí arriba el cielo había abierto un poco, pero pudimos observar que el valle del Ribera de Huelva se encontraba bañado por la niebla. Y teníamos que descender por él para llegar a la primera escala de la etapa: la Cantina. Sin duda, iba a ser un descenso sumamente divertido. Por mi parte, desde luego, iba a serlo: los días anteriores había estado ensayando la colocación de mi minicámara MD80 en la tija de la bici, en lugar de llevarla en su habitual lugar en el casco. Y ardía de ganas por comprobar qué tal salían los vídeos así.

El resultado fue mucho mejor de lo que habría podido esperar. Hice una bajada rapidísima, en la que marqué el pico de velocidad de la etapa a 58’5 km/h, tomé mis dos recortes habituales, y llegué a la Cantina con bastante adelanto sobre mis compañeros. Una vez llegaron, hicimos una pequeña parada para recobrar fuerzas antes de afrontar el siguiente reto.

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Aproveché el momento para tomar algunas fotografías de la excelente mañana que, pese al día plomizo y la niebla, estábamos teniendo.

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Mañana que, allí en junto al pantano, era fría y húmeda, como se podía apreciar en los jirones de niebla que se levantaban por todas las estructuras allí existentes.

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Reanudamos la marcha a las 10:30h, camino de nuestro siguiente objetivo: la subida de la cuesta del Toro. Iba a ser la tercera vez que pasara por ella, la segunda en subida, y la recordaba muy exigente: dos kilómetros largos, que comenzaban con unas curvas enlazadas en S desde el pantano de Guillena, que daban paso a dos amplias curvas a derecha e izquierda en los que se alcanzaban inclinaciones superiores al 13%, incluyendo un tramo brutal de 600 metros en el que la pendiente nunca llegaba a bajar del 8%. No quedaba sino batirse, por lo que cruzamos la presa del pantano, pasamos al otro lado del cauce, y nos dirigimos hacia nuestra subida. En los primeros compases del ascenso traté de marcar un ritmo cómodo, pero poco a poco Manolo empezó a descolgarse, lo que era bastante normal teniendo en cuenta lo que teníamos entre manos, por lo que a partir de determinado momento tuve que pensar más en subir a mi ritmo, que en marcar uno asequible. Así pues, alcancé y superé a Miguel -que había ido subiendo algo más adelantado- en las rampas más duras, para llegar en cabeza a la cima de la cuesta. La anterior vez no había tenido más remedio que echar pie a tierra en la subida. Esta vez la había hecho del tirón. :)

Una vez reagrupados, realizamos un breve descenso hasta un cortijo de toros bravos, y enlazamos con la pista que nos tenía que llevar a Castilblanco. Empezaba el tramo XC de 10’5 kms. hasta Castilblanco. Y empezaba fuerte: con una subida de kilómetro y medio hasta la segunda cota de la etapa. Y es que la cuesta del Toro no era el final de la segunda subida, sino tan sólo su tramo más duro. A partir de ahí nos quedaban unos cuantos kilómetros de subeybaja hasta el descenso hasta el pantano de Castilblanco.

A esas alturas Manolo había empezado a sufrir bastante. La subida de la Cuesta del Toro marcaba el punto de no retorno, allí donde era más fatigoso dar la vuelta que seguir adelante. Y ya lo habíamos superado. Al menos la siguiente escala iba a ser bastante productiva: unas buenas tostadas en Castilblanco. El problema era que por medio teníamos el último hueso duro de roer: la subida del pantano de Castilblanco. Tres kilómetros largos con pendientes máximas del 13’6% y una pendiente media del 5’5%. Una subida en línea prácticamente recta, que además destrozaba psicológicamente. Lo único positivo es que era una subida que permitía dosificar: está formada por cuatro grandes rampas con pendientes del 9-10%, con descansillo entre cada una de ellas que permiten recuperar un poco el resuello. En cualquier caso, una subida muy exigente.

De nuevo marcamos un ritmo tranquilo para superarla. Realizamos el ascenso en 30 minutos, a una velocidad media de 6’5 km/h. No tenía sentido reventarnos a esas alturas, y Castilblanco se veía ya en el horizonte. Tras una breve pausa, recorrimos rápidamente los escasos kilómetros que nos separaban del pueblo, donde entramos al filo de las 12:15h. Llevábamos a esas alturas de etapa 28 kilómetros a nuestras espaldas.

Como lo prometido era deuda, nos tomamos unas buenas tostadas en un bar cercano -como no podía ser menos- a la iglesia del pueblo. Tostadas acompañadas de unos buenos colacaos calentitos, ya que pese a haber rebasado el mediodía, la mañana en Castilblanco era bastante fría, y allí el cielo seguía encapotado.

Retomamos la etapa al filo de las 13:00h. Ascendimos a la parte alta del pueblo -la cota más alta del día, 352m frente a los 12 de Guillena-, y nos encontramos con una nueva sorpresa: la niebla iba a ser nuestra acompañante en el primer tramo de bajada por carretera. Plato que no era muy de nuestro agrado, teniendo en cuenta el intenso tráfico que a esas horas suele tener esa carretera. Pero no nos quedaba otra. Al menos, sólo iban a ser cuatro kilómetros hasta entrar en la pista del Camino de Santiago.

Entramos en la pista del Camino a las 13:05. Y ahí empezaba la diversión para mí. En realidad, con tan sólo ese tramo hubiera merecido la pena, aunque la etapa -pese a la paliza que Manolo llevaba encima- estaba siendo genial. Y encima, iba a ser una bajada entre la niebla. Dispuse de nuevo mi cámara y empecé a grabar:

El primer tramo hasta la cancela fue sumamente divertido. Y contra lo que había temido, se mostraba con un firme excelente: nada de barro, la arena compactada, y la piedra con buen agarre, pese a la humedad. Pude disfrutar como un enano. A partir de ahí el terreno mantuvo las mismas características, lo que hicieron que la bajada fuera una gozada, incluyendo los tramos más comprometidos. Lamentablemente, a esas alturas Manolo había empezado a sufrir calambres, que le obligaban a echar pie a tierra en los ocasionales repechos del trazado. Así que, siguiendo el principio de que no se deja a nadie atrás, optamos por moderar un poco el ritmo de la etapa. Como segundo contratiempo de la bajada, mi minicámara se quedó bloqueada, por lo que tan sólo pude registrar el primer tramo del descenso (aunque no hay mal que por bien no venga, ya que así tengo excusa para volver en breve).

Tras cuarenta minutos de bajada, dejamos atrás el tramo de dehesa de la bajada, y arrancamos el descenso por la campiña. Fueron quince minutos más de bajada entre frutales -primero- y olivares, hasta llegar al polígono industrial de Guillena a las 14:00h. Allí realizamos la última escala de la jornada, en la que adecentamos las bicis en un lavadero de coches. El resto de la etapa fue puro trámite: unos kilómetros de suave asfalto hasta Guillena, y un poco de callejeo por el pueblo hasta llegar a los coches. Terminamos la etapa a las 14:25h, tras casi 46 kms. de vibrante recorrido por la sierre de Sevilla. Una etapa en la que me había encontrado con una forma excelente, que hizo que la realizara completamente eufórico.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 46’858 km.
  • Distancia (según el GPS): 45’9 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 39m 16s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 5h 11m 11s
  • Velocidad media: 12’9 km/h
  • Velocidad máxima: 59’6 km/h
  • Pulsaciones medias: 121 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 183
  • Consumo medio de calorías: 810 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1420 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 52m 53s
  • Consumo total de calorías: 4418 kcal

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Guillenazo Express

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12 oct 11 Etapa ciclista: Ruta del Agua (12/10/2011)

Hoy, aprovechando que es el Día de la Hispanidad, y que es fiesta nacional, he salido a rodar un poco con Ana. Llevo algún tiempo preparándola para hacer algunas etapas por la Sierra de Córdoba, pero hoy ha sido cuando me he decidido a probarla en una etapa algo más interesante: la subida a La Cantina desde Guillena por la Ruta del Agua. Es una etapa que considero una piedra de toque, y que me sirve bastante para evaluar el nivel al que se encuentra la gente que sale a rodar conmigo.

Hemos empezado la etapa algo tarde, a las 10:25h. Y hay que admitir que para ser mediados de octubre, aún hace un calor inusitado. Eso sí, el día ha sido excelente. Y encima Ana ha respondido bastante bien. Ha aguantado toda la etapa a un ritmo razonablemente bueno.

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El recorrido en sí no tiene ningún misterio. Se sale de Guillena por el cordel de la Cruz de la Mujer, que se abandona a los 3 kms. de subida. Se gira a la derecha, y se entra en la zona restringida. A partir de ahí son 15 kilómetros de sube-baja junto a los embalses de Gérgal y Guillena hasta alcanzar La Cantina, justo pasado el mediodía. Allí hemos hecho un pequeño descanso, donde hemos aprovechado para tomarnos unos refrescos.

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Antes de volver, hemos contemplado el embalse de Guillena, que a diferencia del de Gérgal, se encuentra hasta los topes de agua.

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La vuelta no ha tenido nada del otro mundo. Hemos realizado el mismo recorrido, ya que Ana no ha querido ni oir hablar de realizar la subida de la cuesta de La Lenteja (alias el hijoputa, alias la cuesta de la serpiente), para volver por el Cordel de la Cruz de la Mujer. Y visto el calor que hacía, y el espanto que es esa subida, me pareció bastante razonable.

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El balance de la etapa ha sido bastante bueno: a Ana le ha encantado el paisaje, lo hemos pasado genial, y hemos echado una mañana muy divertida. En cuanto al rendimiento de Ana, estoy bastante satisfecho. Lleva ya realizadas conmigo unas cuantas etapas largas, y con algún que otro repecho de interés, y la respuesta es razonablemente buena. A poco que mejore su equilibrio por terreno comprometido, la veo subiendo por puertos de montaña en Córdoba con bastante alegría. :D

El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/10/12: Ruta del Agua en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los que siguen:

  • Distancia (según el velocímetro): 35’857 km.
  • Distancia (según el GPS): 34,3 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 31m 12s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3h 13m 43s
  • Velocidad media: 14’2 km/h
  • Velocidad máxima: 33’8 km/h
  • Pulsaciones medias: 109 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 150
  • Consumo medio de calorías: 700 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1090 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 1h 01m 24s
  • Consumo total de calorías: 2273 kcal
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12 may 11 Etapa ciclista: Guillena – La Central (01/05/2011)

El pasado 1 de mayo hice la que, hasta el momento, es la última etapa ciclista con mis compañeros de Sevilla. Fue una etapa de entrenamiento, en principio bastante convencional. Nuestra idea era salir de Guillena, remontar el Cordel de la Cruz de la Mujer y bajar hasta La Cantina por la Cuesta de la Lenteja. Desde allí, optaríamos por volver por la Ruta del Agua, seguir hasta La Central y volver por el tramo abandonado del Ferrocarril del Cala, o bien seguir hasta la cuesta de la Media Fanega y volver por la N-630.

Empezamos la etapa pasadas las 9:20h. En esta ocasión salimos Manolo, Miguel, Rafa y yo, ya que la amenaza de lluvia de los días previos habían hecho que Fran y Jesús declinaran acudir. Subimos por el Cordel, aunque pronto la bici de Manolo empezó a dar problemas: habíamos tenido que cambiar la cámara de la rueda trasera al encontrarse agujereada por la parte de la llanta. Sospechamos que se podría haber producido un corte en alguno de los agujeros de paso de los radios, y el hecho de que apenas 3 kms. después se reprodujera el problema nos hico confirmarlo. Hinchamos la rueda un poco, y seguimos ascendiendo hasta llegar al final de la subida. Allí nos detuvimos a realizar una reparación. Por suerte, pudimos encintar la llanta con un rollo de cinta aislante que llevaba entre mis herramientas. Una vez solventado el problema, seguimos con la etapa, realizando el descenso de la Cuesta de la Lenteja. Aporto un nuevo vídeo de la bajada, esta vez hecho con la MD-80:

Una vez abajo, decidimos continuar hasta La Central. Manolo se encontraba algo tocado, consecuencia de haber rodado poco en los meses precedentes, pero estaba decidido a seguir. Hasta La Central no hubo mayor novedad, adoptamos un ritmo tranquilo y llegamos sin grandes percances. El problema fue cuando bajamos hasta el vado e intentamos cruzar el río Cala:

No nos quedó más remedio que dar media vuelta hasta La Cantina. Habíamos hecho 22 kms. -ida y vuelta- en balde. Desde La Cantina volvimos a Guillena, como teníamos previsto, por la ruta del agua, finalizando la etapa pasadas las 14:15h.

El mapa de la etapa es el siguiente:


Ver 2011/05/01: Ruta del Agua – La Central en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el GPS): 50,64 km.
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 53m 18s
  • Pulsaciones medias: 124 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 183
  • Consumo medio de calorías: 840 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1420 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 35m 26s
  • Consumo total de calorías: 4170 kcal
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12 abr 11 Etapa ciclista: Guillena – Burguillos – Castilblanco de los Arroyos (09/04/2011)

El pasado sábado 9 de abril salimos Rafa, Jesús, Miguel y yo a rodar por el entorno de Guillena y Castilblanco. Fue una etapa un tanto anómala: salíamos un sábado por la tarde, e íbamos a realizar una subida a Castilblanco por un camino diferente: en vez de subir por la trialera del Camino de Santiago, nos íbamos a desviar hasta Burguillos, para ascender desde allí a Castilblanco. Además, era la primera etapa de Jesús en subida. En fin, lo que sobre el papel era simplemente una etapa diferente, puestos sobre la marcha acabó convirtiéndose en un disparate como recuerdo pocos. Pero no adelantemos acontecimientos.

Salimos pasadas las 18:00h del polígono El Cerro de Guillena en dirección Burguillos, por la carretera que une ambas localidades. Con Rafa en cabeza, marcamos un ritmo bastante rápido, sobre todo por quitarnos los siete kilómetros de asfalto que teníamos por delante lo antes posible. No llegaba a la media hora de etapa cuando nos plantamos en Burguillos. Algo que Jesús no dejó de acusar, pese al excelente balance de su anterior etapa por Mairena y alrededores.

Una vez en Burguillos, rápidamente encontramos el camino que ascendía hacia Castilblanco, conocido como Camino de los Hoyos. Poco a poco empezamos a ascender, y a medida que lo hacíamos, íbamos dejando atrás el paisaje típico de campiña, para ir entrando en un ambiente más de dehesa. El punto de cambio más acusado lo tuvimos al llegar a una zona habilitada para hacer perol, en la que se notó claramente que entrábamos en la sierra. Y por supuesto, pronto lo notamos en el perfil de la etapa. Llevábamos recorridos 12 kms. de etapa, y teníamos por delante una subida de 9 kms. hasta Castilblanco.

Empezamos el verdadero ascenso, donde tuvimos que afrontar rampas del 9%. Miguel y yo abríamos cabeza sin mayor problema, pero Rafa y Jesús empezaban a sufrir los rigores de la subida. Aun así, se defendían bien. Para mi sorpresa, vadeamos varios arroyos de aguas cristalinas, alguno de ellos más profundo de lo que esperaba. Tras dos kilómetros de ascenso, afrontamos una durísima rampa con un desnivel del 10,6% a lo largo de un kilómetro… que subimos para nada. Poco después llegamos a una verja, y al consultar el GPS, ví que nos habíamos desviado del camino… justo al inicio de la subida. Tocó descender hasta el lugar del error, donde encontramos una cerca de palos, que pasamos sin problema. Y tal y como me temía, nos volvió a tocar ascender. Al principio tuvimos una breve bajada, salvamos un regato… y de nuevo ascenso, esta vez con rampas del 11.3%, y un firme bastante más quebrado. Aunque sobre el papel era una pared más dura, la verdad es que a mí se me hizo más asequible que la anterior.

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Llegamos a un pequeño collado, donde nos reagrupamos. En el collado, cerca del cual había una casa en ruinas, encontramos indicaciones sobre una ruta cicloturista de Castilblanco de los Arroyos. Estábamos en el camino correcto, aunque el despiste anterior nos había costado recorrer un par de kilómetros de más. Pero al menos, ya habíamos subido lo peor del día. Continuamos por el camino en dirección a Castilblanco, por un tramo de dehesa bastante despejado, magnífico para rodar por él, aunque fuera en un ligero ascenso.

Al poco de rodar por esta zona, salimos a un camino que bordeaba una finca con un muro de piedra. Empezamos una bajada bastante rápida, pero algo peligrosa por los frecuentes tramos de grandes piedras que habían utilizado para allanar el camino. Y así, tras un breve descenso, volvimos a afrontar una nueva pared, con firme bastante irregular, que obligaba a afinar la técnica para no irse al suelo en el ascenso. Era la penúltima subida antes de llegar a Castilblanco. Una subida de kilómetro y medio con ramas del 8.5%.

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De nuevo agrupados, afrontamos el último valle antes de llegar a Castilblanco. Una bajada intensa, con una subida dura a continuación. Al inicio de la subida Rafa tuvo el primer percance de la jornada: al salvar un pequeño vado relleno de grandes piedras, clavó la horquilla delantera de la bici, y salió despedido. Pero eso no era sino un presagio de lo que íbamos a sufrir más adelante.

Superada la cuesta, alcanzamos la cota máxima de la etapa: 370 m. sobre el nivel del mar. Habíamos ascendido desde los 70 m. en algo menos de 12 kms. No estaba mal para un rato. Bajamos hasta Castilblanco, e hicimos una pequeña parada para reponer fuerzas. Lo malo es que habíamos tardado en llegar al pueblo más de lo que tenía previsto. No en balde pasaban de 20:30h, y aún teníamos que llegar hasta la trialera del Camino de Santiago, y volver a Guillena. Y la puesta de sol estaba prevista a las 20:52h…

Sin mucha dilación, salimos de Castilblanco hacia la trialera. Pronto empezaron los problemas. Acusando el esfuerzo, Jesús empezó a sufrir calambres en los cuadríceps, lo que hacía que casi no pudiera dar pedales, especialmente en ascenso. Se vio forzado a ir a un ritmo moderado. Y la noche se nos estaba echando encima. Bajamos lo más rápido que Jesús podía tolerar hasta el desvío del Camino de Santiago, pero no empezamos el descenso hasta las 20:52h. Justo a la puesta de sol. Lo que no era muy buena noticia, teniendo en cuenta que teníamos por delante 11 kms. de terreno complicado: primero un tramo de pista buena, luego un tramo con grandes roderas y piedra suelta, hasta llegar a unas portelas. Luego un tramo de piedra suelta, seguido de un descanso, al que le sucedía otro tramo traicionero, con piedra suelta y roderas, un nuevo descanso, un tramo de pizarras, que desemboca en una dehesa, antes de salir a una rápida bajada entre olivares. Bastante divertido, pero no para hacerlo de noche.

El primer tramo de descenso hasta las portelas no tuvo excesivos problemas, aunque Rafa se fue al suelo, y Miguel y Jesús se vieron obligados a bajar a un ritmo bastante prudente. La cámara, por su parte, empezaba a acusar la falta de luz, lo que hizo que la grabación adquiriera un asoeci bastante ónirico. A partir de las portelas, la falta de luz se hizo cada vez más acusada, lo que incrementaba la dificultad del descenso. Especialmente porque no habíamos llevado luces. Pronto nos encontramos guiándonos por el traicionero camino a la escasa luz de la luna creciente, intentando distinguir las partes más pulidas -y que reflejaban mejor la luz- indicio de que ese estrecho surco era el lugar indicado para transitar.

Derrochando optimismo, intentaba animar a mis compañeros diciéndoles que en peores me las había visto. Y si bien eso era cierto al principio del descenso, a medida que caían los minutos, y con ellos la luz del ocaso, se iba convirtiendo cada vez más en sólo eso: un alarde de optimismo. Y para colmo, Rafa también empezó a sufrir calambres en los cuadriceps. Y así, llegó el momento en que nos quedamos completamente a oscuras, sin la posibilidad siquiera, dado lo abrupto del camino, de utilizar nuestros móviles a modo de linternas, ya que no era factible bajar a oscuras con una sola mano. Móviles que, por otro lado, tampoco disponían de cobertura en tan apartados lares.

Aún no sé cómo no nos abrimos la cabeza en la bajada. Incluso el tramo que más sudores fríos me provocaba, el de las pizarras -una caída ahí podía hacerte filetes- lo salvamos razonablemente bien, teniendo en cuenta que ahí ni siquiera se veía marca de zona más pulida por el paso de la gente. Y una vez pasado este tramo, llegamos a lo que creía que era el final de la pesadilla: la dehesa.

Vacas. Vacas bravas. Vacas bravas con terneritos. Sin saber cómo, nos encontramos en mitad de un rebaño de vacas. Rafa -que en ese momento abría camino- fue el primero que se las encontró, al percibir un enorme bulto negro en mitad del camino, al que le brillaban dos cosas blancas en la cabeza. Era ya lo que faltaba. Algunas se apartaban -lo que era bueno- pero otras -las de los terneritos- no. Así que nos tocó apartarnos a nosotros, lo que era bastante complicado, por el hecho de estar en mitad del rebaño: apartarse de una, claro, suponía acercarse a otras. Y eso saliéndose del camino, sin ver tres en un burro. Aunque creo que más que tres, eran cuatro. Y no precisamente en un burro.

Al final conseguimos escapar de las vacas, y salir de la dehesa. Llegamos sin muchos más percances a un campo de naranjos, antelasa de la bajada por olivares hasta el polígono donde teníamos los coches. Lo peor ya había pasado, pero lo que teníamos por delante no era tampoco cosa sencilla: 4’5 kms. de pista entre olivos, rápida y con abundantes roderas. Muy peligrosa para hacerla de noche. No nos quedó más remedio que afrontarlo de la misma manera: bajar con cuidado, con alguien en cabeza cantando las irregularidades del terreno a medida que íbamos avanzando. Miguel, que se había quedado descolgado, sufrió algunas caídas sin grandes consecuencias más allá de la pérdida del bidón de agua. Jesús, por su parte, llegó completamente acambrado, de tal modo que tuve que ayudarle a hacer estiramientos cuando por fin alcanzamos el polígono. Lo hicimos a las 22:15h. Habíamos tardado en descender una hora y media desde Castilblanco, algo que en condiciones normales no nos habría llevado más de 40 minutos. Había sido una etapa disparatada como ninguna. Lo malo del asunto es que ya llevo unas cuantas semanas acumulando disparates sobre la bici. Y lo peor es que cada vez me gusta más hacer estas cosas. :mrgreen:

El mapa de la etapa es el siguiente:


Ver 2011/04/09. Guillena – Burguillos – Castilblanco – Trialera del Camino de Santiago en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 36’424 km.
  • Distancia (según el GPS): 36’9 km
  • Tiempo de etapa: 2h 35m 11s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 2m 49s
  • Pulsaciones medias: 133 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 186
  • Consumo medio de calorías: 930 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1440 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 31m 32s
  • Consumo total de calorías: 4153 kcal
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06 mar 11 Etapa ciclista: Guillena – La Central – Ferrocarril del Cala (06/III/2011)

Esta mañana Rafa, Miguel y yo hemos vuelto a coger la bici, después de algunas semanas sin salir con ellos. Para ir cogiendo el ritmo, escogimos efectuar una etapa ya conocida (Cordel de la Cruz de la Mujer y vuelta por la Ruta del Agua), pero con un añadido: subir desde La Cantina hasta La Central, y volver por el margen opuesto del embalse de Guillena, siguiendo el trazado del abandonado ferrocarril del Cala.

Salimos pasadas las 9:00h desde el inicio del Cordel de la Cruz de la Mujer, en Guillena. La mañana se presentaba agradable, sin rastro apenas del mal tiempo que nos había acompañado ayer. Rafa y Miguel salían con sus Cube doble suspensión nuevas, que no había tenido oportunidad de ver aún. Bonitas, muy bonitas. Y muy ligeras para ser sendas dobles. Sin muchos preámbulos, arrancamos, con Rafa tirando fuerte por delante. Ascendimos sin muchos problemas los primeros kilómetros del Cordel, hasta llegar al desvío de la ruta del Agua, que dejamos a nuestra derecha, y seguimos ascendiendo. Pronto notaríamos el primer cambio de paisaje del día: pasamos de un entorno de campiña a uno puramente serrano. Esta sería nuestra tónica del día: grandes cambios de paisaje en una etapa no demasiado larga.

Seguimos ascendiendo. Poco a poco Rafa fue cediendo en su empuje, ante lo que Miguel y yo tomamos el relevo. Estábamos subiendo, a mi modo de ver, más rápido de la cuenta, y corríamos el riesgo de pagarlo más adelante. Aún así, seguimos subiendo duro hasta llegar a la cima del Cordel, cerca de la central hidroeléctrica el embalse de Guillena. Era el punto más alto de la etapa, donde aprovechamos para hacer un descanso. Teníamos por delante el descenso por la cuesta de la Lenteja (alias El Caracol, alias La Serpiente) hasta La Cantina. Y esta vez tenía intención de grabarlo bien:

(El vídeo ha sido reprocesado con el estabilizador de vídeo por software para Virtual Dub Deshaker, por eso tiene esas bandas negras tan peculiares y algunos efectos extraños en los cambios bruscos de dirección. Aún así, me gusta. Tiene detalles curiosos)

Bajamos rápidamente a La Cantina, en un descenso bastante explosivo, en el que aproveché todos los recortes que pude. Sin embargo, para Miguel fue demasiado explosivo, ya que en una de las curvas más cerradas se le fue la bici de atrás, y acabó en el suelo, con un importante golpe en la rodilla, que no dejaría de darle guerra el resto de la etapa. Pese a ello, al asegurarnos Miguel que estaba en condiciones de continuar, decidimos seguir con nuestro recorrido.

Abandonamos La Cantina en dirección norte, y a difirencia de etapas anteriores, no descendimos hasta la presa, sino que seguimos por la pista de la presa. Poco a poco fuimos ganando en altura, y el paisaje volvió a cambiar: pasamos a una zona con grandes cortados de pizarra, en las cercanías del pantano. No tardamos mucho en llegar a la estación de bombeo del embalse de Guillena, donde hicimos una breve parada para tomar algo de comer en una bifurcación asfaltada. Consultamos el GPS y vimos que nuestra etapa continuaba descendiendo por la pista, que transcurría pegada a la cola del pantano. Al otro lado de éste se encontraba el recorrido del ferrocarril abandonado.

Tras comer unas barritas de cereales y un plátano, retomamos la marcha, aunque no por demasiado tiempo. Al poco de acabar el descenso, y junto al comienzo de una subida, nos paramos a echar una mano a unos ciclistas. Uno de ellos había sufrido un percance bajando, que se había saldado con el cambio de piñones destrozado -en el caso de la bici- y con el ciclista encaramado a un árbol, para evitar una caída por el terraplén que llevaba al pantano. Les ayudamos a desmontar el cambio destrozado y a cortar el cable de éste, para que pudieran al menos dejar la bici a piñón fijo.

Seguimos ascendiendo por la pista asfaltada, circulando de nuevo por un auténtico paisaje serrano que se convertiría en una constante hasta llegar a La Central. Tras la primera subida, continuamos en un terreno con suaves subidas y bajadas, que permitieron que Miguel tomara algo de aire, ya que venía sufriendo algunas molestias en su rodilla. Y así, tras un rato de marcha, llegamos a La Central. Pasamos ésta y tomamos un camino descendente que nos llevó hasta el cauce del río Ribera de Huelva. Teníamos que cruzarlo, y la verdad, dada la época del año, no las tenía todas conmigo. Sin embargo, el nivel del agua se encontraba realmente bajo, por lo que pudimos cruzar el vado sin problemas.

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Ascendimos hasta la otra orilla, y subimos hasta llegar a la vía abandonada, por una pequeña pero explosiva pendiente, hasta llegar a una casilla del guardia del tren en estado ruinoso. La vía se encuentra completamente desmantelada, sin vías, traviesas o balasto, por lo que el rodar por ella era bastante cómodo. Nada que ver con lo que hicimos Javi, Mané y yo el pasado lunes. Tan abandonada se encontraba que la vegetación lo había invadido todo, llegando en algunos momentos a circular por hierbas que llegaban hasta el manillar de la bici. Y así, empezamos el descenso por el ferrocarril.

El descenso al principio era bastante cómodo. El trazado se encontraba en bastante buen estado, y no teníamos que detenernos más que para cruzar algunas puertas que delimitaban las fincas por las que íbamos pasando. Sin embargo, poco a poco nos fuimos adentrando en una zona más abrupta. Así empezamos a circular por las trincheras del ferrocarril, en los que los desprendimientos empezaban a menudear, lo que hacía necesario circular con más cuidado, so pena de sufrir alguna caída, como de nuevo fue el caso de Miguel.

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A medida que avanzábamos la vía se iba cerrando más y más, constreñida por las trincheras excavadas en pizarra, con abundantes desprendimientos, rodeados de maleza y una feraz vegetación. Otro nuevo cambio de paisaje.

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A este cambio de paisaje pronto le acompañó la sorpresa que me tenía reservada. El túnel del ferrocarril. No había dicho nada a mis compañeros de la existencia del túnel que nos veríamos obligados a cruzar. Con lo que yo no contaba era con que se encontrara casi bloqueado por los desprendimientos.

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Pero antes de cruzar no pudimos menos que contemplar la magnífica vista del embalse de Guillena que se abría ante nuestros ojos. La misma que un rato antes habíamos visto, desde el otro lado, cuando paramos a reponer fuerzas junto a la estación de bombeo de la central hidroeléctrica.

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Una vez entramos en el túnel vimos que éste no se encontraba en tan malas condiciones como el exterior. De hecho, era posible rodar por él, pese a la oscuridad. Y como era bastante corto, el tramo sin luz alguna era bastante corto.

Pronto salimos de él, y continuamos con la bajada. El paisaje, de nuevo, había cambiado: un entorno mucho más seco, en el que la jara era la reina de la vegetación. Parecía increíble que en apenas un centenar de metros cambiara tanto el entorno.

El descenso hasta el final de la vía no tuvo muchas más novedades. Llegamos hasta el punto en que la vía desaparece, al comienzo de la Cuesta del Toro. Una de las alternativas de la etapa era realizar la subida para ir hasta Castilblanco de los Arroyos y bajar a Mairena por la trialera del Camino de Santiago. Pero dadas las circunstancias, decidimos volver por la vía rápida: Cantina y Ruta del Agua. A esas alturas pasaba del mediodía y llevábamos ya en el cuerpo unos 29 kilómetros.

Cruzamos por la presa de Guillena y subimos hasta La Cantina, sin detenernos esta vez. Optamos por volver por la Ruta del Agua. La otra alternativa era subir la cuesta de la Lenteja y bajar por donde habíamos subido. Más corto, pero con una subida durísima. Preferimos realizar una bajada más larga, pero más relajada. Pero, pese a ser una bajada más suave, Miguel no pudo evitar sufrir la visita del tío del mazo, por lo que trayecto por la ruta del Agua lo pasó bastante mal. Aparte de eso, no tuvimos muchas más novedades hasta enlazar de nuevo con el Cordel. Allí nos encontramos de nuevo con el ciclista que había roto el cambio, que iba en dirección a Las Pajanosas. Tras indicarle el camino, nos despedimos de él y bajamos de vuelta a Guillena, donde dimos por finalizada la etapa recién pasada la una y media de la tarde. Una bonita etapa para ir haciendo kilómetros con los compañeros de Sevilla. :mrgreen:

El trazado en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/03/06: Guillena – La Central en un mapa más grande

Los datos de la etapa -de nuevo ampliados al haber conseguido arreglar mi pulsómetro- son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 45’648 km. (faltan unos 2 kms. de la bajada de la Cuesta de la Lenteja)
  • Distancia (según el GPS): 48,847 km
  • Tiempo de etapa: 3h 1m 36s (faltan unos 7 minutos de descenso y del paso del túnel)
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 8m 7s
  • Pulsaciones medias: 143 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 179
  • Consumo medio de calorías: 1030 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1380 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 3h 11m 0s
  • Consumo total de calorías: 4137 kcal
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