msgbartop
¡¡Corred insensatos!!
msgbarbottom

12 abr 11 Etapa ciclista: Guillena – Burguillos – Castilblanco de los Arroyos (09/04/2011)

El pasado sábado 9 de abril salimos Rafa, Jesús, Miguel y yo a rodar por el entorno de Guillena y Castilblanco. Fue una etapa un tanto anómala: salíamos un sábado por la tarde, e íbamos a realizar una subida a Castilblanco por un camino diferente: en vez de subir por la trialera del Camino de Santiago, nos íbamos a desviar hasta Burguillos, para ascender desde allí a Castilblanco. Además, era la primera etapa de Jesús en subida. En fin, lo que sobre el papel era simplemente una etapa diferente, puestos sobre la marcha acabó convirtiéndose en un disparate como recuerdo pocos. Pero no adelantemos acontecimientos.

Salimos pasadas las 18:00h del polígono El Cerro de Guillena en dirección Burguillos, por la carretera que une ambas localidades. Con Rafa en cabeza, marcamos un ritmo bastante rápido, sobre todo por quitarnos los siete kilómetros de asfalto que teníamos por delante lo antes posible. No llegaba a la media hora de etapa cuando nos plantamos en Burguillos. Algo que Jesús no dejó de acusar, pese al excelente balance de su anterior etapa por Mairena y alrededores.

Una vez en Burguillos, rápidamente encontramos el camino que ascendía hacia Castilblanco, conocido como Camino de los Hoyos. Poco a poco empezamos a ascender, y a medida que lo hacíamos, íbamos dejando atrás el paisaje típico de campiña, para ir entrando en un ambiente más de dehesa. El punto de cambio más acusado lo tuvimos al llegar a una zona habilitada para hacer perol, en la que se notó claramente que entrábamos en la sierra. Y por supuesto, pronto lo notamos en el perfil de la etapa. Llevábamos recorridos 12 kms. de etapa, y teníamos por delante una subida de 9 kms. hasta Castilblanco.

Empezamos el verdadero ascenso, donde tuvimos que afrontar rampas del 9%. Miguel y yo abríamos cabeza sin mayor problema, pero Rafa y Jesús empezaban a sufrir los rigores de la subida. Aun así, se defendían bien. Para mi sorpresa, vadeamos varios arroyos de aguas cristalinas, alguno de ellos más profundo de lo que esperaba. Tras dos kilómetros de ascenso, afrontamos una durísima rampa con un desnivel del 10,6% a lo largo de un kilómetro… que subimos para nada. Poco después llegamos a una verja, y al consultar el GPS, ví que nos habíamos desviado del camino… justo al inicio de la subida. Tocó descender hasta el lugar del error, donde encontramos una cerca de palos, que pasamos sin problema. Y tal y como me temía, nos volvió a tocar ascender. Al principio tuvimos una breve bajada, salvamos un regato… y de nuevo ascenso, esta vez con rampas del 11.3%, y un firme bastante más quebrado. Aunque sobre el papel era una pared más dura, la verdad es que a mí se me hizo más asequible que la anterior.

S8000043.JPG

Llegamos a un pequeño collado, donde nos reagrupamos. En el collado, cerca del cual había una casa en ruinas, encontramos indicaciones sobre una ruta cicloturista de Castilblanco de los Arroyos. Estábamos en el camino correcto, aunque el despiste anterior nos había costado recorrer un par de kilómetros de más. Pero al menos, ya habíamos subido lo peor del día. Continuamos por el camino en dirección a Castilblanco, por un tramo de dehesa bastante despejado, magnífico para rodar por él, aunque fuera en un ligero ascenso.

Al poco de rodar por esta zona, salimos a un camino que bordeaba una finca con un muro de piedra. Empezamos una bajada bastante rápida, pero algo peligrosa por los frecuentes tramos de grandes piedras que habían utilizado para allanar el camino. Y así, tras un breve descenso, volvimos a afrontar una nueva pared, con firme bastante irregular, que obligaba a afinar la técnica para no irse al suelo en el ascenso. Era la penúltima subida antes de llegar a Castilblanco. Una subida de kilómetro y medio con ramas del 8.5%.

S8000050.JPG

De nuevo agrupados, afrontamos el último valle antes de llegar a Castilblanco. Una bajada intensa, con una subida dura a continuación. Al inicio de la subida Rafa tuvo el primer percance de la jornada: al salvar un pequeño vado relleno de grandes piedras, clavó la horquilla delantera de la bici, y salió despedido. Pero eso no era sino un presagio de lo que íbamos a sufrir más adelante.

Superada la cuesta, alcanzamos la cota máxima de la etapa: 370 m. sobre el nivel del mar. Habíamos ascendido desde los 70 m. en algo menos de 12 kms. No estaba mal para un rato. Bajamos hasta Castilblanco, e hicimos una pequeña parada para reponer fuerzas. Lo malo es que habíamos tardado en llegar al pueblo más de lo que tenía previsto. No en balde pasaban de 20:30h, y aún teníamos que llegar hasta la trialera del Camino de Santiago, y volver a Guillena. Y la puesta de sol estaba prevista a las 20:52h…

Sin mucha dilación, salimos de Castilblanco hacia la trialera. Pronto empezaron los problemas. Acusando el esfuerzo, Jesús empezó a sufrir calambres en los cuadríceps, lo que hacía que casi no pudiera dar pedales, especialmente en ascenso. Se vio forzado a ir a un ritmo moderado. Y la noche se nos estaba echando encima. Bajamos lo más rápido que Jesús podía tolerar hasta el desvío del Camino de Santiago, pero no empezamos el descenso hasta las 20:52h. Justo a la puesta de sol. Lo que no era muy buena noticia, teniendo en cuenta que teníamos por delante 11 kms. de terreno complicado: primero un tramo de pista buena, luego un tramo con grandes roderas y piedra suelta, hasta llegar a unas portelas. Luego un tramo de piedra suelta, seguido de un descanso, al que le sucedía otro tramo traicionero, con piedra suelta y roderas, un nuevo descanso, un tramo de pizarras, que desemboca en una dehesa, antes de salir a una rápida bajada entre olivares. Bastante divertido, pero no para hacerlo de noche.

El primer tramo de descenso hasta las portelas no tuvo excesivos problemas, aunque Rafa se fue al suelo, y Miguel y Jesús se vieron obligados a bajar a un ritmo bastante prudente. La cámara, por su parte, empezaba a acusar la falta de luz, lo que hizo que la grabación adquiriera un asoeci bastante ónirico. A partir de las portelas, la falta de luz se hizo cada vez más acusada, lo que incrementaba la dificultad del descenso. Especialmente porque no habíamos llevado luces. Pronto nos encontramos guiándonos por el traicionero camino a la escasa luz de la luna creciente, intentando distinguir las partes más pulidas -y que reflejaban mejor la luz- indicio de que ese estrecho surco era el lugar indicado para transitar.

Derrochando optimismo, intentaba animar a mis compañeros diciéndoles que en peores me las había visto. Y si bien eso era cierto al principio del descenso, a medida que caían los minutos, y con ellos la luz del ocaso, se iba convirtiendo cada vez más en sólo eso: un alarde de optimismo. Y para colmo, Rafa también empezó a sufrir calambres en los cuadriceps. Y así, llegó el momento en que nos quedamos completamente a oscuras, sin la posibilidad siquiera, dado lo abrupto del camino, de utilizar nuestros móviles a modo de linternas, ya que no era factible bajar a oscuras con una sola mano. Móviles que, por otro lado, tampoco disponían de cobertura en tan apartados lares.

Aún no sé cómo no nos abrimos la cabeza en la bajada. Incluso el tramo que más sudores fríos me provocaba, el de las pizarras -una caída ahí podía hacerte filetes- lo salvamos razonablemente bien, teniendo en cuenta que ahí ni siquiera se veía marca de zona más pulida por el paso de la gente. Y una vez pasado este tramo, llegamos a lo que creía que era el final de la pesadilla: la dehesa.

Vacas. Vacas bravas. Vacas bravas con terneritos. Sin saber cómo, nos encontramos en mitad de un rebaño de vacas. Rafa -que en ese momento abría camino- fue el primero que se las encontró, al percibir un enorme bulto negro en mitad del camino, al que le brillaban dos cosas blancas en la cabeza. Era ya lo que faltaba. Algunas se apartaban -lo que era bueno- pero otras -las de los terneritos- no. Así que nos tocó apartarnos a nosotros, lo que era bastante complicado, por el hecho de estar en mitad del rebaño: apartarse de una, claro, suponía acercarse a otras. Y eso saliéndose del camino, sin ver tres en un burro. Aunque creo que más que tres, eran cuatro. Y no precisamente en un burro.

Al final conseguimos escapar de las vacas, y salir de la dehesa. Llegamos sin muchos más percances a un campo de naranjos, antelasa de la bajada por olivares hasta el polígono donde teníamos los coches. Lo peor ya había pasado, pero lo que teníamos por delante no era tampoco cosa sencilla: 4’5 kms. de pista entre olivos, rápida y con abundantes roderas. Muy peligrosa para hacerla de noche. No nos quedó más remedio que afrontarlo de la misma manera: bajar con cuidado, con alguien en cabeza cantando las irregularidades del terreno a medida que íbamos avanzando. Miguel, que se había quedado descolgado, sufrió algunas caídas sin grandes consecuencias más allá de la pérdida del bidón de agua. Jesús, por su parte, llegó completamente acambrado, de tal modo que tuve que ayudarle a hacer estiramientos cuando por fin alcanzamos el polígono. Lo hicimos a las 22:15h. Habíamos tardado en descender una hora y media desde Castilblanco, algo que en condiciones normales no nos habría llevado más de 40 minutos. Había sido una etapa disparatada como ninguna. Lo malo del asunto es que ya llevo unas cuantas semanas acumulando disparates sobre la bici. Y lo peor es que cada vez me gusta más hacer estas cosas. :mrgreen:

El mapa de la etapa es el siguiente:


Ver 2011/04/09. Guillena – Burguillos – Castilblanco – Trialera del Camino de Santiago en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 36’424 km.
  • Distancia (según el GPS): 36’9 km
  • Tiempo de etapa: 2h 35m 11s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 2m 49s
  • Pulsaciones medias: 133 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 186
  • Consumo medio de calorías: 930 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1440 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 31m 32s
  • Consumo total de calorías: 4153 kcal
VN:F [1.9.20_1166]
Rating: 0.0/10 (0 votes cast)

Etiquetas: , , , , ,