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18 nov 22 Etapa ciclista: Forcarey – Monte Seixo – Cerdedo – Forcarey (12/11/2022)

El sábado 12 de noviembre realicé la primera salida en Forcarey de la temporada otoño-invierno de 2022. :mrgreen:
Y es que estoy de vuelta por Galicia, merced al trabajo de Ana. Lo que no está nada mal. Después de la etapa anterior en Santiponce, estaba con ganas de algo diferente: no tanto una kilometrada como algo con bastante subida, y qué mejor plan que hacer una subida a Monte Seixo. Pero a diferencia de las anteriores, iba a salir desde Forcarey. No en balde, tenía todo el sábado libre: Ana se iba a encontrar haciendo una jornada de formación del profesorado en Santiago de Compostela, así que no iba a ir con restricciones horarias. Todo el día para hacer el salvaje. Así que planifiqué un recorrido que uniera Forcarey, Monte Seixo, y la vuelta por Cerdedo. Más de 1000 metros de desnivel acumulado. Iba a ser divertido.

Pero tampoco se trataba de reventar, escogí para la etapa la Super BH L6000 Gravel 2 que restauré hace algunos meses. Algo que permitiera rodar ligero. Le hice un par de modificaciones antes de salir: le cambién el sillín de paseo por un Medicus de MTB (buen cambio), y reemplacé las manetas de freno por unas Avid de montaña. Muy, muy, muy mala idea. Pero no adelantemos acontecimientos.

Salí de Forcarey a las 9 de la mañana. Empecé la etapa en descenso, bajando por carretera hasta el Lérez, para después emprender la subida a Cachafeiro. Primer problema. La bici frenada poco. Había cambiado precisamente las manetas por eso mismo, para ver si mejoraba, pero más bien al contrario, parecía ir peor. Y yo tampoco iba muy bien en la subida. Todo el verano en Sevilla, con pocos desniveles, me habían sacado de forma. Pero daba igual, la cosa era disfrutar. Crucé Cachafeiro y continué hacia Soutelo por la carretera. El día estaba frío a la par que despejado. Bueno para rodar. Llegué al polígono de Vilapouca, crucé la Nacional, y seguí por la carretera de Presqueiras. La subida, bien. Es una tachuela con subida constante, con la que no hay que cebarse demasiado si pretendes hacer 45 kilómetros largos en el día. La pronunciada bajada que hay después fue otra cosa. ¡Iba sin frenos! Bueno, con muy pocos frenos, teniendo que hacer una fuerza considerable para reducir la velocidad de la bici. En fin, la mejor manera de frenar la bici era tomar cuanto antes una cuesta arriba. No es que en Galicia no las haya, pero no se trata tampoco de la mejor idea del mundo. En fin.

Tras la bajada, seguí hasta San Miguel de Presqueiras, y una vez allí, subí hasta la iglesia, para dejar por fin atrás el asfalto. Empecé la subida de Monte Seixo, finalmente por pista. Llegué a las primeras indicaciones de la mina, y giré a la derecha, para dirigirme hacia Carballás. Fue en este tramo -sobre todo, tras pasar el río- donde disfruté de los mejores tramos para recorrer en una gravel.

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Tras un breve descenso, llegué a Carballás. Hice una pequeña parada junto al pilón y el cruceiro que se encuentra en medio del pueblo, y me preparé para la verdadera subida del día. Aunque, bueno, a esas alturas llevaba ya 15 kilómetros de etaoa, 450 metros de desnivel acumulado, y un buen rato de sube y baja entre pecho y espalda. Que, como calentamiento, no estaba nada mal.

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Salí de Carballás en subida, enfilando la carretera de Monte Seixo. Sin prisa, pero sin calma. Eran casi 5 kilómetros de ascenso con rampas del 14%. La gravel se portaba estupendamente bien, y el sillín de MTB se adaptaba mucho mejor a mi estilo de pedaleo que el anterior. Era cuestión de tomárselo con calma. Pasé un puesto de cazadores que se encontraban a pie de carretera, y seguí subiendo. La carretera no dejaba de soltar agua, merced a las semanas de lluvia casi constante que habíamos tenido. No en balde, era casi el primer día sin lluvia desde mediados de octubre.

No tardé en llegar a la subestación. Mi idea era parar un poco para descansar, antes de seguir con la etapa. Pero la verdad es que me encontraba bastante bien, así que seguí rodando, dejando atrás la carretera, y continuando por la pista de grava fina. De nuevo, un tramo que iba de perilla a la bici. Al final, acabé llegando a Portalén, donde paré a tomar un refrigerio, y las fotos de rigor.

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De nuevo en marcha, descarté volver por el mismo camino, ya que me encontraba bien de forma, y seguí adelante con el plan previsto: ermita de Santa María, Cima de Vila, La Cavadosa, Cerdedo y vuelta a Forcarey. Iba a ser divertido. Estaba justo en la mitad de la etapa, pero con lo peor ya hecho. Seguí adelante por la pista, y no tardé en llegar a la ermita de Santa María, donde pude disfrutar de unas vistas estupendas de todo el entorno.

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Tras la parada, emprendí el descenso hacia Cima de Vila. Un descenso bastante tremebundo. Porque la bici seguía sin frenar. Y si ya es malo que no lo haga en una carretera, en una pista de grava con pendientes del 17% es bastante peor. Es más, tuve que frenar un par de veces con el pie a tierra para no acabar en el fondo de un barranco. Peligroso, muy peligroso. Y encima, me estaba haciendo polvo las manos. Lo peor acabó cuando llegué a Cima de Vila. Seguía habiendo pendientes acusadas, pero al menos esta vez eran de asfalto. Seguí con la misma tónica hasta llegar a La Cavadosa, donde no me pude resistir a detenerme en su poza, y echar algunas fotos.

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De nuevo en marcha, seguí descendiendo hacia Cerdedo. La suerte es que en este tramo el descenso por carretera, sin ser lo que se dice suave, sí me permitía controlar adecuadamente la bici, salvo en el tramo final de Meilide. Ahí volví a pasarlo mal. Por suerte, los grandes descensos se habían acabado. Estaba en Cerdedo, donde hice una nueva parada justo a la iglesia. Llevaba ya 35 kilómetros, y apenas eran las 12:30h.

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Tras la última parada, reemprendí el camino. Lo más duro de la etapa ya había pasado, pero me quedaba el tramo de la incertidumbre: como no quería volver desde Cerdedo hasta Forcarey por la Nacional, me había buscando un recorrido alternativo, en una vieja pista que -teóricamente- ascendía casi en paralelo a la Nacional, hasta Cachofés. Con ello evitaba el peor tramo, pero no tenía constancia de su estado. Iba a la aventura. Crucé Cerdedo, hasta la salida del pueblo por su lado norte. Allí giré a la izquierda, para tomar una carreterita señalizada con un cartel de la ETAP de Cercedo. Fui en ascenso por un estupendo tramo de bosque, hasta llegar a un cartel indicador de una senda por el monte. Según éste, el camino que quería tomar no existía, pero esa senda me permitía hacer poco más o menos lo mismo. Pero el caso es que el comienzo de la pista estaba ahí. Amplio, pero lleno de restos de poda. Y la senda subía al principio por carretera, en fuerte pendiente. ¿Qué hacer?

Se impuso mi lado sherpa. Tomé la pista, pasando con relativamente pocos problemas por los restos de poda. La pista subía hasta la fábrica de colchones, y era ciclable con la gravel en casi toda su extensión, salvo un punto pelín duro y con bastante piedra suelta. Había otro segundo tramo algo duro, justo al llegar a la fábrica, pero que pude salvar sin problemas. Una vez en la fábrica, hay que dirigirse hasta el lateral de la nave para dar de nuevo con el camino. Arranca con fuerte pendiente en asfalto, para dar después a un tramo de cemento, y de nuevo, a una pista ancha y bien marcada. Sospecho que es viejo camino existente de manera previa al trazado actual de la Nacional. El camino asciende de manera suave por el monte, dejando abajo la carretera. Lo pude seguir sin demasiada dificultad ni esfuerzo, hasta la llegada a un cruce. Desde ahí, se gira a mano derecha. La pista se hace un poco más cerrada de maleza, y asciende hasta lo alto del monte O Couto. No es dura salvo en alguna rampa un poco exigente, pero nada imposible. Y una vez subido el monte, hay una breve bajada, que de nuevo puso a prueba las capacidades de frenado de la bici, hasta dar con una carreterita -tramo abandonado de la Nacional, sin duda- que acaba saliendo a Cachofés.

Desde allí, no hay nada en especial que contar. Subí hasta dar con el cruce de Forcarey, que tomé a mano izquierda, y seguí la carretera hasta llegar Cachafeiro, y luego tomar el descenso hasta el Lérez, donde volví a pasarlo mal por los frenos. Y ya desde allí, subí sin grandes novedades -y relativamente poco esfuerzo, para la que llevaba encima- hasta Forcarey, dando por finalizada la etapa a las 13:40h, tras casi 46 kilómetros de etapa, y casi 1300 metros de desnivel acumulado. Una buena etapa. Para celebrarlo, y como me había quedado sin cerveza, me tomé un buen trago de horchata que tenía guardada. Una manera como otra cualquiera de terminar el recorrido. :mrgreen:

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Un par de apostillas. La primera es que me llevé conmigo el dron, y pude hacer algunas tomas en el recorrido. Espero que os gusten.

La segunda es relativa al problema de los frenos. En esta bici estoy haciendo uso de los frenos tipo caliper originales de la bici, unos Sprint Podium de los años 80. Se trata de frenos de tiro largo, adecuados para frenos de carretera. Pero como a esta bici le he puesto un manillar recto estilo de montaña, no puedo hacer uso de esos frenos. Le había puesto unas manetas adecuadas para cantilever, con un tiro de 40 milímetros. En principio, debía de ser suficiente. Pero los Avid que comentaba al principio son frenos para V-Brake, de tiro corto (unos 30 mm), completamente inadecuados para los cantilever. Por eso lo pasé tan mal. Las pastillas, unas Decathlon, tampoco es que ayudaran mucho. En la otra Super BH L6000 dan un buen resultado, pero en estas se quedan claramente cortos. Así que estos días he vuelto atrás, he vuelto a poner las manetas de cantilever, y he reemplazado las pastillas por unas Shimano Ultegra, que espero que den mejores resultados. Ya lo veremos. :)

  • Distancia: 46’394km
  • Distancia (según el GPS): 46’37km
  • Altitud ascendida: 1190m
  • Tiempo de etapa: 3:27:57
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4:36:04
  • Pulsaciones medias: S/D
  • Pulsaciones máximas: S/D
  • Cadencia media: S/D
  • Cadencia máxima: S/D
  • Calorías consumidas: 1544kcal

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17 nov 22 Etapa ciclista: Santiponce – Guillena – Las Pajanosas – Gerena – Ruta del Agua (01/11/2022)

El día de Todos los Santos realicé una buena etapa de XC por los alrededores de Santiponce con la bici de montaña de carbono. Me encontraba en Sevilla por razones de trabajo, y como ese día, festivo a la sazón, no tenía nada mejor que hacer, me dediqué a rodar todo lo que pude. Empecé a rodar un poco antes de las 9:00h, y la primera sorpresa fue la niebla. Niebla y frío. Hasta entonces, habíamos tenido días excelentes en Sevilla, pero esa mañana empezaba completamente otoñal. NO estaba mal, pero no era exactamente lo esperado.

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Salí de Santiponce pasando junto a Itálica, para ascender hasta la Vía Verde. En esa zona la niebla era bastante intensa, aunque a medida que iba avanzando iba aclarando poco a poco, aunque sin llegar a desaparecer. Al llegar al Arroyo del Judío -seco a la sazón- la niebla abrió bastante, pero sin dejar aún ver el cielo azul.

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Desde allí tomé la Cañada Real de la Isla, camino hacia Guillena. A medida que avanzaba hacia el norte y ascendía, iba empezando a salir de la niebla. A la altura de la mina de cobre, pude ver algo llamativo: el final de la niebla, con el día despejado hacia el norte, y una masa neblinosa hacia el sur. Aún iba a tardar algunas horas en deshacerse en el valle, pensé.

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Dejada atrás la mina, descendí hacia Guillena por el sendero que va paralelo a la carretera. Al terminar la bajada, seguí hacia Guillena por la indicación del camino de Santiago, por donde continué hasta llegar a la gasolinera de Repsol. Allí me desvié a la izquierda, evitando entrar en Guillena, ya que mi idea era subir hacia Las Pajanosas. Pasé por el recinto ferial, y tomé la carretera que lleva a la cantera, primero, y después asciende convertida en camino en dirección a Las Pajanosas. En el extremo sur del campo de golf enlacé con la ruta del agua, por la que continué hasta llegar a la carretera de Las Pajanosas, a la altura del zoo. Ascendí por carretera, hasta Las Pajanosas. Continué sin determe en los bares de la entrada de la pedenía, con la idea de seguir sin parar en ascenso hacia El Garrobo, pero poco antes de salir de Las Pajanosas me lo pensé mejor, y paré en una placita para tomar algo de fruta, y descansar un poco. Pasaban ya de las 10 de la mañana, y llevaba unos 25 kilómetros en el cuerpo. Un tercio de la etapa, según mis cálculos. Y aún quedaba lo peor.

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Tras el descanso, continué rodando, saliendo de Las Pajanosas por el camino que pasa por la urbanización abandonada, y tras cruzar por encima de la autovía, empieza a subir hacia El Garrobo por uno de los mejores tramos trialeros de la zona. Con un comienzo que tiene un breve tramo de bosque en galería, al poco empieza un descenso vertiginoso hasta un arroyo -lamentablemente seco- para después ascender en sucesivas rampas. Una delicia. No quise cebarme demasiado en la subida, teniendo en cuenta lo que tenía por delante, pero lo disfruté enormemente. Los charcos habituales -cinco en todo el ascenso- ya se habían empezado a formar, merced a las lluvias -ciertamente escasas- caídas en los días anteriores, que habían bastando para que hicieran acto de presencia. Culminé la subida un poco antes de las 10:45h, y sin detenerme, tomé la carretera que lleva a Gerena.

Al poco me alcanzó un pequeño grupo de carreteros, a los que me acoplé. No debían de ir demasiado rápido, porque no me costó demasiado ir a su ritmo, teniendo de cuando en cuando que refrenarme. E incluso en la subida tras el arroyo de Las Torres tuve que ponerme en cabeza para que no me rompieran la marcha. En fin, la cosa no duró mucho, porque no tardé en meterme por la trialera paralela a la carretera, y ahí ya se me fueron. Pero si quisiera ir por carretera, no llevaría una bici de montaña. :mrgreen:

Tras una breve parada, continué el camino hasta Gerena, que atravesé, para salir por el sur, enlazando con la Ruta del Agua. Seguí por la misma, a un ritmo sorprendentemente bueno, hasta llegar al Pilón del Conti, donde hice una nueva parada. Me entretuve mirando el pozo, que tenía agua, aunque también bastante suciedad. De todas maneras, no tenía intención de beber. Ya lo había hecho una vez (que no me quedó más remedio porque me había quedado sin agua), y recuerdo el agua del mismo como bastante salobre. Llevaba, en cualquier caso, 45 kilómetros de mi recorrido, y no llegaban a ser las 11:30h.

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Tras la pausa, continué rodando, en dirección a La Alondra. Al cruzar el viejo trazado del ferrocarril tuve la tentación de tomarlo para volver a Santiponce. Empezaba a estar algo cansado. Pero decidí continuar por la Ruta del Agua. El camino va este rato más en ascenso, con suaves subidas y bajadas hasta el cortijo La Bartola. Fue en esa zona donde empecé a notar las piernas algo flojas. Así que al llegar a la estación depuradora de La Alondra, hice mi última parada, para tomar algo más de fruta, y ver si me recuperaba. Pasaba ya de los 50 kilómetros.

No fue muy buena idea. Al volver a rodar, me seguía notando débil, y tuve que bajar un poco el ritmo. La verdad, es que los últimos 12 kilómetros del recorrido se me hicieron un pelín largos. Seguí por la Ruta del Agua, cruzando la carretera de Salteras, y la tachuelilla que hay justo después se me hizo dura. Al menos, ya estaba cerca de casa. Seguí rodando de manera relajada, hasta llegar a la vía del tren. Allí tomé la Cañada Real, para bajar -a buen ritmo- hasta la vía verde, que tomé para volver hasta Santiponce. Llegué a casa a las 12:35h, tras haberme metido entre pecho y espalda casi 70 kilómetros de buen recorrido rodador. Y aunque el final se me había hecho algo largo, había disfrutado tremendamente de la etapa. Aunque lo mejor vino después: la visita de mis padres, que decidieron venir a pasar la tarde conmigo a Santiponce. Un estupendo tercer tiempo para una gran etapa.

Datos de la etapa:

  • Distancia: 69’378km
  • Distancia (según el GPS): 69’37km
  • Altitud ascendida: 711m
  • Tiempo de etapa: 3:19:50
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3:45:03
  • Pulsaciones medias: 138 ppm
  • Pulsaciones máximas: 177 ppm
  • Cadencia media: 67
  • Cadencia máxima: 132
  • Calorías consumidas: 3027kcal

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15 nov 22 Cuando el día se vuelva oscuro

Cuando el día se vuelva oscuro, cuando el trabajo parezca monótono, cuando resulte difícil conservar la esperanza, simplemente sube a una bicicleta y date un paseo por la carretera, sin pensar en nada más.

Arthur Conan Doyle

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22 oct 22 Etapa ciclista: Los Morales – El Reventón (16/10/2022)

El domingo 16 de octubre salí por Córdoba con mi amigo Ángel en una etapa vespertina. No es habitual que salga por la tarde, y menos aún en Córdoba, pero en esta ocasión tenía una estupenda razón para ello: el día anterior se había celebrado la boda de mi prima Carmen con el que ya es su marido, Adriá, en Villaharta, y la fiesta se había extendido hasta tarde. Y como no era menos, lo había dado todo. Así que a la mañana del domingo no estaba en condiciones de hacer nada a derechas, las cosas como son. Además, Ángel me había comentado que le vendría mejor salir por la tarde, por lo que las piezas encajaron perfectamente.

Aproveché la última hora de la mañana para hacer algunos ajustes en la RockRider 6.4 de mi padre, que es la bici que estoy cogiendo en Córdoba cuando ando por allí. Estaba bastante bien desde la última salida, pero era necesario inflar neumáticos, quitar polvo (literalmente) y engrasar un poco la cadena. Así, cuando Ángel llegó a las 17:00h, estaba listo para empezar a rodar. No disponíamos de mucho tiempo hasta la puesta de sol, y de todas maneras, seguía hecho un guiñapo, así que optamos por un recorrido bastante convencional, pero que no deja de ser una gran salida: subida por Los Morales, y bajada por El Reventón. Convencional, sí, pero que para mí presentaba la novedad de saber cómo había quedado el sendero del Lobo (también conocido como Los Chorizos) y la bajada del Reventón tras la reciente mejora de los mismos para permitir el uso y disfrute de los mismos por las personas que suben a la Sierra.

Traté de empezar suave en la subida por la Cuesta Negra y las calles aledañas de Sansueña, camino de Los Morales. Pero entre la paliza del día anterior y el tiempo sin rodar en la zona, no acababa de encontrar mi ritmo. “Vas muy rápido”, me advertía Ángel. Y era cierto. Además, se me iba bajando el sillín, y fue necesario hacer una pequeña pausa para ajustarlo. Al poco, entramos en Los Morales, y aquello se me hizo un mundo. Como siempre, empieza con un arranque brutal, con tierra muy suelta, y tramos de mucha piedra. Tuve que echar pie a tierra pronto. Estaba sudando como un cerdo, y pasando las de Caín. Ángel buscaba darme un buen ritmo, pero la cosa iba de desastres. Aún así, estaba valiendo la pena. Y fue entonces cuando se puso a llover.

No nos engañemos, fueron apenas unas gotas, pero no dejó de hacerme gracia. Seguimos trepando por Los Morales. El tramo peor fue el de la piedra, pasado el cual ya no necesité echar pie a tierra en ningún sitio más, salvo una breve parada de descanso al final de la cuesta en la que ya se ven las antenas. Desde allí seguimos ascendiendo a un ritmo razonable, y tras un rato de sufrimiento, acabamos llegando al Lagar. Sin parar, resolvimos seguir hacia las Ermitas, tomando el sendero del Lobo. La primera parte está prácticamente igual, pero pasado el tramo de bosquecillo cerrado, el sendero está perfectamente acondicionado. Una gran diferencia con respecto al sendero hundido en el terreno, que apenas permitía rodar a fila de uno, que tenía en mi memoria. Como le decía a Ángel, una ganancia para los visitantes de la Sierra en general, una pérdida para los que nos gustan los senderos técnicos para bici.

Tras un descenso vertiginoso, llegamos al cruce de las Ermitas. Allí le pedí a Ángel subir hasta las Ermitas, donde estuvimos haciendo algunas tomas de vídeo, y luego emprendimos el descenso por El Reventón. Ahí se podía ver de nuevo el trabajo de mejora del camino.

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Zahorra y tierra compactada, que han dejado el camino perfectamente liso. Ha pasado a ser una autopista. Una ganancia para todos, una pérdida para nosotros. Aunque ahora los descensos son vertiginosos sin destrozar cámaras en la bajada. De nuevo en la bajada hicimos otra toma de vídeo, y seguimos el descenso. Al llegar al Patriarca, dejamos atrás el asfalto, y bajamos cruzando el parque. Ahora se encuentra bien señalizado, y es un gusto seguir las marcas.

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Me separé de Ángel en la parte baja del Patriarca. Él debía volver a casa por el Canal, y yo atravesando el Tablero. Fue un gustazo compartir con él esta etapa. Vaya desde aquí mi homenaje. Y ya cada uno por su lado, me encaminé a casa. No pude menos que detenerme justo a una pintada que lleva años emocionándome, y es la pintada de Alita, Ángel de Combate, que se encuentra ya cerca de mi casa. Aparte de por la factura técnica, que es muy buena, es por el hecho de que haya sobrevivido durante al menos dos décadas sin daños desde que fue realizada. Mi homenaje al artista.

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Llegué a casa a las 19:05h, tras 20 kilómetros de etapa, corta, dura, y enormemente divertida. No había podido dejar de salir ese día por que no sabía cuánto tiempo tardaría en volver a andar por Córdoba. Y algo me decía que habría de pasar un tiempo. En efecto, apenas 24 horas después, andaba cruzando España, ya que el lunes llamaron a Ana para incorporarse a un puesto de profesora interina en Pazos de Borbén, Pontevedra, hasta final de curso. That’s life!

Datos de la etapa:

  • Distancia: 19’006km
  • Distancia (según el GPS): 19’00km
  • Altitud ascendida: 520m
  • Tiempo de etapa: 1:41:32
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2:05:06
  • Pulsaciones medias: S/D
  • Pulsaciones máximas: S/D
  • Cadencia media: S/D
  • Cadencia máxima: S/D
  • Calorías consumidas: 654kcal

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12 oct 22 Etapa ciclista: Trialera del Camino de Santiago – La Lapa (09/10/2022)

El domingo 9 de octubre realicé una etapa ciclista por las cercanías de Guillena. Tenía ganas de algo rápido, conocido y agradable, y no tardé en decidirme por hacer la subida y bajada por la Trialera del Camino de Santiago. Sin embargo, como eso iba a quedárseme algo corto, pensé en complementarlo con un segmento nuevo, que ya había intentado recorrer una vez con anterioridad, pero que no había sido posible al encontrarse cerrado de manera ilegal: la bajada por La Lapa hasta el pantano de Gérgal. Tenía constancia de que este tránsito ya era posible, y me apetecía recorrerlo. Dicho y hecho, empecé a rodar algo pasadas las 8:30h desde el polígono de Guillena, habiendo optado esta vez por la bicicleta de carbono. Empecé la subida con algo de fresco, pero en un día tremendamente agradable. La subida no tuvo mayores comentarios, ya que desde que hace algún tiempo se adecentó la misma, ha ganado en comodidad pero perdido en interés. Sin embargo, y pese a esto, sigue siendo un recorrido estupendo.

A media subida, me encontré con una pareja de peregrinos, algo mayores, a los que saludé y deseé un buen camino. No mucho después, llegué al desvío a la fuente de agua, y no me pude resistir a desviarme un poco para acercarme a la misma. Por desgracia -o por suerte, porque la primera y única vez que bebí de ahí acabé con una infección estomacal, aunque no tengo pruebas de que fuera por beber en la fuente- la bomba se encontraba rota, y no era posible extraer agua de la misma.

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De vuelta al camino, seguí en ascenso, y volví a pasar a la pareja de peregrinos. Sin detenerme, charlamos un poco, informándoles de lo que había por delante. Fue una breve charla en inglés, lo que agradecí poder hacer después de un tiempo. Tras ello, continué mi ascenso, pasé la doble cancela, y no tardé mucho en finalizar la trialera, para salir a la pista de grava que lleva a la carretera de Burguillos a Castilblanco. Allí, contra lo acostumbrado, giré a la izquierda para emprender el descenso de La Lapa. La pista está catalogada como carretera SE-186, y ya la había recorrido una vez en ese sentido, para llegar a una verja metálica que impedía el paso a mitad de la bajada. Esta vez, sin embargo, fue diferente. Aunque la carretera sigue sin asfaltar (mejor para mi gusto), se encuentra con abundante señalización de carreteras, y un buen firme de grava fina. En plana bajada había desaparecido ya la ominosa cancela, y fue posible llegar hasta el final de la misma, en el pantano de Gérgal, y justo enfrente de la estación de tren abandonada. Una bonita vista y, la verdad, es una pena que no haya algún puente, tirolina, o cualquier otro método que permita pasar al otro lado.

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Tras un pequeño tentempié, emprendí la vuelta. Es una subida bastante constante, con unas rampas del 10% y que sube de manera prácticamente continua durante 3.5 kms, hasta llegar a un pequeño descanso, para luego culminar con una pequeña subida. Desde allí, se desciende hasta enlazar de nuevo con la trialera del Camino de Santiago. Allí me volví a encontrar con la pareja de peregrinos. Siendo la tercera vez, no me pude resistir a detenerme un rato, y darles palique. La mujer era la más habladora, debía de andar por la sesentena; el hombre aparentaba ser algo más joven, pero no era muy hablador. En la conversación me contaron que eran de Iowa (EEUU), y ella era una habitual de los Caminos de Santiago. Charlamos un poco del recorrido, de otros caminos, y me preguntaron por las celebraciones del día anterior en Santiponce (la Virgen del Rosario), y parecieron asombrados de la gran cantidad de ciclistas que había por la zona. En efecto, es un recorrido muy popular. Me preguntaron por mi inglés, lo que me dio pie a hablar un poco de mis años en Irlanda. Y por último, por la casualidad de que ese día se celebrara la carrera de fondo Turdetania Trail, comentamos también sobre los corredores de fondo que en ese momento empezaron a llegar. Sin más me despedí deseándoles -otra vez- un buen camino.

Por mi parte, reemprendida la marcha, bajé por la Trialera del Camino de Santiago, pasando con todo el cuidado posible a corredores, hasta terminar la parte de bosque, y salir a la bajada entre olivos. Allí fue donde pasé al corredor que iba en cabeza, y sin más novedad, llegué hasta el polígono, donde di por finalizada la etapa, tras 32 kilómetros de pedaleo.

Datos de la etapa:

  • Distancia: 31’932km
  • Distancia (según el GPS): 31’93km
  • Altitud ascendida: 551m
  • Tiempo de etapa: 1:44:56
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2:05:41
  • Pulsaciones medias: 146
  • Pulsaciones máximas: 169
  • Cadencia media: 66
  • Cadencia máxima: 157
  • Calorías consumidas: 1834kcal

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