El sábado 22 de marzo he efectuado una etapa ciclista en Santiponce, la primera en Sevilla desde hace ya algún tiempo. Ha sido una etapa bastante convencional, un rato de rodar para hacer algo de piernas. Esta vez no he estado solo, sino he que salido con Miguel. Hemos comenzado a rodar al filo de las 9:30h, saliendo de Santiponce por la carretera de Extremadura. Al poco de salir nos hemos desviado a la izquierda, para ascender hasta la vía verde de Itálica. Desde ahí hemos seguido hasta el puente del arroyo del Judío, para tomar la Cañada Real de las Islas hasta la Ruta del Agua. Ya no hemos abandonado ésta hasta llegar a la estación depuradora de Aljarafesa en La Alondra.
Allí hemos parado un rato, para luego ascender por carretera hasta los depósitos de Aljarafesa. Tras llegar allí, hemos atravesado el olivar hasta llegar a la zona de Heliche. Desde allí hemos bajado de nuevo a la Ruta del Agua, pasando junto a la Fuente de las Alberquillas. No he podido evitar detenerme, ya que en fechas recientes ha sido restaurada, quitando la higuera que la cubría, remozando paredes, facilitando el acceso y -por desgracia- poniendo una reja que impide acceder a la cisterna. Pese a todo, no ha dejado de sorprenderme la cantidad de agua que llevaba, pese a la dura sequía que estamos padeciendo.
Hoy, además, he colocado mi cámara deportiva en el sillín de la bici, con la expresa idea de grabar esta bajada:
Tras esto, hemos vuelto a Santiponce por el mismo camino, finalizando la etapa a las 11:40h.
Datos de la etapa:
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El pasado 12 de diciembre realicé una etapa de buen recorrido en las cercanías de Santiponce, que me llevó hasta Aznalcóllar y vuelta. La idea principal era realizar el primer tramo de la Circular Noroccidental de la Vía de la Plata, que en su extensión completa recorre 200 kilómetros de Sierra Morena por la provincia de Sevilla, y que tiene su salida en Camas.
Empecé a rodar a las 9:00h, con una temperatura que rondaba los 5ºC. Atravesé Santiponce para salir de la misma por la carretera de Valencina, hasta cruzarme con la Ruta del Agua recién pasadas las vías del tren; tomé la Ruta a la izquierda, en dirección a Camas. Pasé por el antiguo campo de tiro, hasta llegar a la carretera de Camas a Castilleja de Guzmán. Allí enlacé, en el Caño Ronco, con el Cordel de los Carboneros, que ya forma parte de la Circular Noroccidental, y como tal se encuentra señalizada. A partir de ahí, es bastante sencillo seguir el recorrido. El cordel va avanzando hacia el noroeste, pasando entre Valencina y Las Pilas, hasta llegar a Salteras, tropezando con la vía del tren. Se pasa ésta junto a la carretera, y se continúa bordeando Salteras. En este municipio parte del cordel ha sido habilitado como carril bici, por lo que es preciso saber cuándo abandonarlo: es en el momento en el que el carril se dirige hacia una calle. Se puede ver cómo el antiguo cordel se abre, dejando el carril bici por la izquierda. Se sigue bordeando Salteras, hasta llegar de nuevo a la carretera (y al carril bici) en la salida hacia Olivares. Una vez abandonada Salteras, se ha de dejar el carril bici para volver a rodar por el cordel, que va un poco más a la derecha. Poco a poco nos alejamos de la carretera, dejando Olivares a nuestra izquierda, y avanzando hacia el noroeste. El primer punto interesante es la fuente-abrevadero de La Coriana.
Llegados a este punto, hasta el que habíamos venido por lo general en ascenso, pasamos a descender de manera clara hacia el río Guadiamar. El recorrido se realiza entre olivares y fincas de cultivo, hasta que se alcanza el río, donde pasamos a una vegetación de ribera entremezclada con algunos eucaliptos. Desde este punto hasta la entrada de Aznalcóllar el recorrido es bastante plano, con algunas subidas y bajadas. Es un trayecto muy agradable, hasta que se llega a la calvera de la antigua balsa de áridos de la mina, que se encuentra completamente pelada. A punto de entrar en Aznalcóllar, y cerca del antiguo polígono industrial de la mina, abandoné el recorrido de la Noroccidental, para dirigirme hacia el Acueducto de Los Arquillos. Para ello tuve que girar hacia el este, pasar por sendos vados sobre los ríos Crispinejo y de Los Frailes, antes de llegar a la pista del corredor verde del Guadiamar, y tras seguirla un poco, hasta el viejo acueducto, donde paré un rato.
Mi idea era volver desde aquí, pero con el día tan estupendo que teníamos, cómo podía resistirme a subir a la Corta de Los Frailes. Dicho y hecho, no tardé en cruzar la carretera, y tomar la pista que sube hacia la mina. Sin embargo, en vez de seguir rumbo norte y cruzar de nuevo el río de los Frailes por el noreste de la mina, opté por girar a la izquierda, para subir a la corta por el antiguo trazado del ferrocarril minero, que se acerca mucho más rápidamente que la otra opción. De hecho, el río se salva por el antiguo puente minero.
…y una vez pasado, se abandona el trazado minero, que se encuentra casi perdido, para trepar hasta la terraza de la mina avanzando hacia el norte, por donde se llega al mirador de la corta. Por desgracia, el camino de entrada al mirador se encuentra cerrado por una cancela. No es posible pasar con la bici. Pero sí sin ella. Y vale la pena para disfrutar de las mejores vistas de la corta:
Una vez vista la corta, desandé mis pasos para volver al viaducto. Desde allí opté por tomar el viejo ferrocarril minero para volver hacia Santiponce. Seguí su recorrido hasta llegar al río Guadiamar, que es preciso vadear, ya que el puente ferroviario sobre el río fue derribado hace bastante años:
De todas maneras, con tan poca agua, no era un gran desafío vadear el río. A partir de aquí, abandoné el trazado del ferrocarril para tomar la vereda de Conti a La Ramira, con la idea de llegar hasta la Mina Las Cruces. Pasé por el pilón del Conti…
…y seguí por la vereda, hasta alcanzar la carretera junto a la mina. Desde allí, tomé un rato de carretera hasta llegar a la Cañada Real de las Islas, que tomé en dirección sur, camino de Santiponce. Al llegar de nuevo al ferrocarril minero, abandoné la vereda, y me encaminé hacia Santiponce. Llegué a casa a las 12:55h, tras casi 4 horas de recorrido, y 66 kilómetros de recorrido.
Datos de la etapa
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Esta semana he estado en Sevilla para dar una vuelta por la oficina y por la casa. Y aprovechando que bajaba, hemos organizado una pequeña etapa ciclista para ir estirando piernas. La novedad es que hemos salido Manolo, Miguel y yo. Hacía ya bastantes años que no salía a rodar con Manolo (desde antes de que se fuera un par de años a Colombia, por lo menos), así que ha estado bastante bien. La etapa ha sido algo bastante convencional, ya que tanto Miguel como Manolo están empezando a coger el punto, y no era plan hacer algo demasiado disparatado. En el caso de Miguel y yo, salimos de Santiponce, pero Manolo venía desde su casa de Sevilla, y nos recogió al paso. De Santiponce seguimos por la vereda de Guillena, entre la N-630 y la A-66, hasta llegar a la pista de Aljarafesa por donde trascurre el Camino de Santiago.
Cruzamos sin mucha novedad el arroyo de los Molinos, y seguimos hasta el fin de la pista. Desde allí entramos en Guillena tras recorrer un tramo de camino junto a la carretera, en bastante mal estado por las lluvias y el paso de tractores. En Guillena hicimos una parada para tomar unas buenas tostadas. Tras ello, decidimos volver hacia Santiponce. Por variar, en vez de volver por la pista, seguimos por la Cañada Real en paralelo a la carretera, hasta llegar a la estación de servicio. Seguimos por la misma, pasando junto a la mina y el arroyo Galapagar. La idea era seguir hasta la vía verde de Itálica, pero Manolo empezó a tener calambres en una pierna, por lo que regresamos a Santiponce por carretera. Y Manolo, a Sevilla por la misma. Una buena etapa para rodar y hacer kilómetros.
Datos de la etapa
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Estos días estamos de vuelta por Santiponce, y para cerrar el año de manera adecuada, he realizado un par de salidas por los alrededores con Miguel, mi jefe en el trabajo, y mi compañero de pedaladas y fatigas. Han sido dos etapas breves, con idea de hacer algo de fondo, pero bastante divertidas. Y con algo en común: frío, mucho frío.
La primera de las etapas fue por las cercanías de Santiponce. Salimos del pueblo por la salida de La Algaba, para tomar la pista de Aljarafesa que hace las veces de trazado para el Camino de Santiago. Nos desviamos a la altura del nuevo parque fotovoltaico, para llegar hasta la gasolinera de La Venta de los Arcos. Tuve un pequeño percance mecánico: el cierre de la tija del sillín no estaba bien apretado, y se me iba hundiendo. Pero entre un viajero y la asistente de la gasolinera, me dejaron las herramientas para apretarlo un poco. Por desgracia, no sirvió de mucho, y al poco de seguir se siguió hundiendo. Desde allí retornamos a Santiponce por la Cañada Real de las Islas, hasta su cruce con la Vía Verde de Itálica, dejando la misma a la altura del Puente de los Vinateros. Un total de 22’24 km.
En cuanto a la segunda etapa, de cierre de año, la hicimos esta mañana en Mairena del Aljarafe. Salimos de Casa de Miguel hacia el puente romano del río Pudio. Nos encontramos el paso cortado por obras, y tuvimos que tomar un pequeño desvío. Una vez en el puente, giramos a la izquierda, para tomar la Cañada Real de las Islas hasta las cercanías de Coria del Río. De nuevo, un día helado.
Tras llegar al tanatorio de Coria, giramos a la derecha, para seguir por una pista hasta el enlace con el Camino del Rocío. Continuamos junto a la Ermita de San Diego, y alcanzamos el Aeródromo de La Juliana. Desde allí volvimos por la pistas que pasa junto a la Hacienda Torrequemada, para entrar de nuevo en Mairena. Recorrimos un total de 33’01 km.
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Escribía hace algún tiempo sobre la restauración de una Super BH L6000 que había pertenecido a uno de mis tíos, y que había igualmente adaptado para su uso como gravel, ya que no soy especialmente aficionado al ciclismo de carretera. La restauración quedó estupenda, pero pronto pude comprobar que el uso de los platos de carretera originales (52-42) no era lo más adecuado para su uso en campo. Cuando la pista tiraba algo más de la cuenta para arriba, la cosa se complicaba bastante. Así que decidí comprar unos platos específicos para gravel, de la nueva gama Shimano GRX. El desmontar los platos antiguos dio algo de guerra, ya que se encontraban tremendamente agarrados al eje del pedalier, pero finalmente pude sacarlos y reemplazarlos por los nuevos, junto con el eje del pedalier. El resultado es bastante bueno, aunque con unos platos en plata hubiera quedado mejor:
Y no pude menos que salir a rodar con ella esta mañana. Fría (en torno a 3ºC cuando salí), pero despejada y excelente para rodar. A lo tonto, a lo tonto, hice una etapa de 50 kms. rodando entre Las Pajanosas, Gerena y Valencina, combinando recorrido por vía verde, cañadas, senderos, asfalto y la ruta del agua. Precisamente la idea para la que están concebidas las gravel.
Un resultado excelente. Para llevar 6-7 semanas sin rodar, he batido algunas marcas personales en diversos tramos. Y eso con una bici de los años 80 reconvertida.
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