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Que no cunda el pánico
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13 jul 10 Entrenamiento ciclista: Vía Verde de Itálica – carretera de Salteras – Vía de la Plata

Esta tarde he proseguido con el entrenamiento en campo. A diferencia de ayer, que estuve haciendo rodillo, esta tarde he salido a rodar por el campo. La etapa ha sido muy parecida a otras anteriores: he tomado la Vía Verde de Itálica, sólo que esta vez he continuado por ella más allá del puente del Judío, para llegar hasta la carretera de Salteras. A continuación he tomado la Cañada Real de las Islas, para abandonarla tras pasar por el cauce -seco ya- del arroyo de Los Molinos, y llegar hasta la N-630. Luego he pasado bajo la autovía, para cruzar una vez más el arroyo -con agua, esta vez-, y tras pasar junto a un cortijo, llegar a la Vía de la Plata. Desde ahí, vuelta a casa. 23’4 kilómetros, según el velocímetro de la bici. Éste es el trazado de la etapa en Google Maps:


Ver 2010/07/13 – Vía Verde de la Campiña – Vía de la Plata en un mapa más grande

La etapa no ha tenido grandes novedades. Soplaba bastante viento del suroeste, lo que hacía muy dificultoso rodar en la primera parte de la etapa. Posteriormente, casi al final, me encontré con un peregrino malagueño, que había empezado hoy el Camino en Sevilla, y que habría sufrido el caluroso día de hoy. Aparte, me comentó, llevaba bastante doloridos los pies. Aún le quedaban, cuando lo dejé, unos 7 kilómetros de angustiosa pista hasta Guillena.

En esta etapa he estrenado un pulsómetro, un Kalenji CW-300. Según éste, he realizado una etapa de 1h 20m 18s, con una media de 141 pulsaciones por minuto, 169 pulsaciones por minuto de máxima, un consumo medio de 1080 kcal/h, con un tope de 1320 kcal/h, y un consumo total de 1379 kcal. Ahora ya tengo una serie de nuevos valores a medir en mis salidas. :mrgreen:

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21 jun 10 Entrenamiento ciclista: Mairena del Aljarafe – Guillena – San Juan de Aznalfarache

El pasado domingo 20, el último día de la primavera, cinco compañeros del trabajo realizamos la -hasta la fecha- más larga salida ciclista que he efectuado en Sevilla: un recorrido circular, con salida y llegada en Mairena del Aljarafe, en el que pasamos junto a Salteras, Valencina, Santiponce, Guillena, Camas, Sevilla y San Juan de Aznalfarache.

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Salimos de Mairena a las 9:15h, desde la conocida cervecería Macarena. Atravesamos Mairena para desembocar en el camino del río Pudio, que seguimos hasta cruzarlo por el puente romano. Desde allí giramos a la derecha por la Cañada Real de las Islas. Cruzamos varias carreteras, y pasamos bajo la autovía de Huelva por un paso inferior. En este tramo el camino no ofrecía dificultad alguna. Llevábamos un ligerísimo ascenso, que se hacía prácticamente imperceptible.

Poco antes de llegar a Salteras encontramos la vía férrea de Huelva, que bordeamos hasta llegar a la carretera de Valencina a Salteras. Cruzamos la vía del tren, para afrontar una frenética bajada por la cañada real, en la que llegamos a alcanzar puntas de 52 km/h por pista de tierra, hasta la vía verde de Itálica. Ésta fue la primera pausa de la jornada.

Cruzamos el puente sobre el arroyo del Judío, y retomamos la cañada real. El perfil, tras la bajada, no cambió en demasía, aunque pasó a ser algo más típico de campiña, con suaves subidas y bajadas. Pronto alcanzamos la carretera que enlaza la N-630 con Valencina, que atravesamos, retomando la cañada real. No encontramos mayor dificultad hasta llegar al vado del arroyo de los Molinos. En esta zona la vegetación, a diferencia del resto de la etapa, se deja notar con mayor feracidad, lo que se traducía al llegar al vado en que el camino estaba prácticamente perdido por la vegetación.

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Contra lo que pueda parecer, el cruce del arroyo no tuvo mayor dificultad que el evitar llenarnos los pies -así como las bicicletas- de maloliente barro. Hacía apenas dos semanas que Rafa y yo habíamos pasado por allí, y era impresionante ver cómo había descendido el nivel del agua. Sobre todo teniendo en cuenta que no estaba siendo un final de primavera caluroso. En cualquier caso, nos lo estábamos pasando bien.

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Tras cruzar el arroyo, llegamos a la estación de servicio de la venta de Ana Velázquez, donde paramos para realizar una pequeña labor de mantenimiento: hinchado de neumáticos. No sería la última.

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Una vez finalizada la parada, emprendimos el descenso hacia Guillena. A diferencia de la vez anterior, decidimos evitar la carretera, y bajar por una pista paralela a ésta que había observado la vez anterior. Sin embargo, no fue posible tomarla debido a que su inicio se encontraba bastante perdido por el pasto. Por ello, tomamos un camino que pasaba junto a el cortijo que tenía por llamativo nombre Mata Hijas”, que nos condujo más rápidamente de lo esperado a la Vía de la Plata. Tras descender del cortijo llegamos hasta lo que en apariencia se trataba de la antigua plataforma del ferrocarril del Cala, hoy perdido.

Recorrimos la vía de la plata en sentido inverso, cruzándonos con varios esforzados peregrinos. En este tramo tuvieron lugar dos de los incidentes más significados de la jornada. Al vadear por segunda vez el arroyo de los Molinos (aunque esta vez sin hacer el bestia), Rafa sufrió un enganchón de la cadena en el plato grande, que le hizo dar con sus huesos en el suelo (aunque, afortunadamente, sin consecuencias graves). El vado, como en el caso anterior, se encontraba con bastante menos agua que en semanas anteriores.

La segunda incidencia la sufrí en mis carnes: casi al final de la vía verde existe una pequeña bolsa de agua, que hasta la fecha había venido bordeando sin mayores consecuencias, ya que por su límite izquierdo apenas alcanzaba una profundidad de unos centímetros. Así que esta vez, ni corto ni perezoso, me dispuse a afrontar el charco de agua cenagosa sin adoptar mayores precauciones, como en veces anteriores. Cuál no sería mi sorpresa cuando ví cómo la rueda delantera se hundía hasta tres cuartas partes de su diámetro. Si no salí descabalgado por encima del manillar fue gracias a que pude sacar rápidamente el pie de las calas, y echarlo a… agua.

Una vez superados estos incidentes, entramos en Santiponce, donde hicimos la última parada de la jornada. La justificación de esta parada fue realizar un pequeño ajuste del sillín de la bici de Rafa, que había venido dando guerra desde la salida, y que apenas habíamos podido enmendar debido a la carencia de una llave allen del tamaño adecuado. Pero, como pasamos por delante de casa, pude hacer el arreglo adecuadamente, además de repostar. :)

El último tramo de la etapa no tuvo mayor complicación, si bien no estuvo a la altura del resto de la etapa en cuanto a estética o interés. Abandonamos Santiponce por un camino lateral que conduce hasta el campo de tiro olímpico de Camas, y tomamos un camino que nos llevó hasta el Guadalquivir, a la altura del cortijo de El Alamillo. Una vez allí, bordeamos el río hasta alcanzar San Juan de Aznalfarache. Llegamos al pueblo en las vísperas de sus fiestas, y pudimos ver cómo se levantaban las carpas de su feria local. Lástima -nos dijimos- haber llegado con unas fechas de adelanto, y no poder disfrutar de unas buenas cañas con sus correspondientes tapas.

Emprendimos el tramo final de la etapa: la subida a Mairena desde San Juan, tomando la calle 28 de Febrero y la avenida de Mairena, ambas en suave pero constante ascenso. Fran y Manolo aprovecharon para demarrar, y abrieron un pequeño hueco, desintegrando el grupo. Ambos llegaron, con Fran en cabeza, al final de la etapa: la cervecería Macarena. Llegué en tercer lugar, a unos diez segundos; unos 20 segundos después llegó Rafa, y por último, a unos 30 segundos, cerró la etapa Miguel. Habíamos empleado 3 horas y 25 minutos en recorrer 48’76 kilómetros de etapa.

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El tercer tiempo, cómo no, fue celebrado en la propia meta. Corrieron la cerveza, el vargas (aunque aquí no lo llamen así), la coca-cola, y se degustaron altramuces, a la par que se comentaban los avatares de la jornada. Una bonita etapa, pese a que, para mi gusto, le sobraron 10 kilómetros del final, bastante feos.

El recorrido fue el siguiente:


Ver Mairena del Aljarafe – Guillena – San Juan de Aznalfarache (20/06/2010) en un mapa más grande

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14 jun 10 Entrenamiento ciclista: Santiponce – Guillena

El pasado jueves seguimos con el entrenamiento ciclista. La etapa escogida para esta vez fue realizar el enlace entre Santiponce y Guillena por la vía verde del Aljarafe, primero, y la Cañada Real de las Islas, después.

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Si algo se puede decir de la etapa es que estuvo marcada por el agua. Desde la misma salida de Santiponce hizo acto de presencia, en forma de una lluvia que, si bien no era demasiado intensa, sí que resultaba bastante desagradable, ya que estaba acompañada de un intenso viento que hacía que las gotas de agua, gordas como cocos de La Habana, cayeran prácticamente de lado. El viento, asimismo, nos dificultó bastante el primer tramo de la etapa, que nos permite enlazar desde la antigua carretera de Mérida con la vía verde de Itálica.

Una vez en la vía verde ese mismo viento nos ayudó bastante, ya que, en vez de entrarnos de frente, pasó a soplarnos un tanto de cola, más bien de costado, hasta el puente sobre el arroyo del Judío. En este punto tomamos la cañada real de las Islas y, esta vez sí, el viento pasó a soplarnos completamente de cola, lo que nos permitió mantener una velocidad de crucero bastante elevada.

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Al poco de cruzar un pequeño arroyo fue donde tomamos las primeras fotos de estas salidas en bici. Había un curioso contraste entre el cielo casi completamente cubierto, algunos claros por los que asomaba el sol, y los tonos ocres y dorados ofrecidos por los trigales ya convertidos en era y aquellos que aún aguardaban el paso de la afilada hoja del segador.

Continuamos por la cañada hasta alcanzar la SE-3409, que rápidamente abandonamos para seguir por la cañada. Cruzamos, poco después, el arroyo de los Molinos por primera vez en el día, y supuso una advertencia de lo que nos íbamos a encontrar. El agua, bastente pestilente, no animaba a meterse en ella. Por suerte, una pasarela de troncos nos permitió cruzar la lámina de agua sin mayores inconvenientes, y continuar nuestro recorrido hasta la venta de Ana Velázquez. Desde allí tomamos la A-460 hasta las cercanías de Guillena, descendiendo a un ritmo bastante elevado.

Abandonamos la carretera en las cercanías de un albergue canino, que más bien parecía un campo de concentración para cánidos, merced a los rollos de alambre que cerraban la alambrada, dignos más bien del Stalag 13. Poco después afrontamos el último tramo de la jornada: la interminable recta del camino de mantenimiento del canal de aguas de Sevilla, que forma parte del trazado de la Vía de la Plata entre Santiponce y Guillena. Un camino en principio aburrido, pero que nos reservaba la última sorpresa de la jornada.

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El arroyo de los Molinos, de nuevo, hacía acto de presencia. El puente que permite salvarlo se encontraba completamente anegado, dos meses después de las últimas lluvias. Nos aventuramos a cruzarlo, esperando que la profundidad del agua no fuese demasiado grande, y este fue el resultado:

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Nos llegó el agua hasta más allá de las rodillas. Yo pude cruzar con bastante esfuerzo, pero Rafa se quedó clavado en el fango y las ramas del fondo. Nos echamos unas risas, unas fotos, y salimos chapoteando. Y sólo para encontrarnos que el tapón de árboles, ramas y barro habían solidificado justo a continuación del puente, y existía un paso razonablemente franco:

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Aunque hay que admitir que si hubiéramos cruzado por ahí no nos habríamos divertido tanto. El resto de la etapa, hasta Santiponce, transcurrió sin mayores incidentes. El recorrido total fue de 24’67 km, y empleamos en recorrerlo algo menos de hora y tres cuartos. El mapa del recorrido es el siguiente:


Ver Santiponce – Cañada de las Islas – Guillena en un mapa más grande

En este mapa aparecen geolocalizadas las fotografías de la etapa, gracias a AndAndo y el móvil de Rafa. :mrgreen:

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29 may 10 Entrenamiento ciclista: Vía Verde de Itálica – Vía de la Plata

Estas última semanas me estoy yendo a rodar por los alrededores de Santiponce, varias veces a lo largo de la semana. Hay varias razones para ello: ponerme en forma, relajarme del trabajo, respirar aire puro, ir acumulando kilómetros de cara al Camino de Santiago… En cuanto al horario, tengo que admitir que es bastante caótico: a veces por la tarde, al salir del trabajo, otras veces por la mañana, algunos días antes de la caída del sol, y otras justo al amanecer, antes de ir a trabajar.

Los recorridos, al menos, están bastante delimitados, si bien tengo que admitir que es por razones de fuerza mayor: no tengo la riqueza de recorridos de los que disfrutaba en Córdoba, y de los que tengo aquí, tengo que limitarme por el momento a los de extensión no demasiado amplia, precisamente por la limitación de horarios.

Uno de ellos es el siguiente: Salida de la puerta de Itálica, para enlazar con la vía verde de Itálica, recorrerla hasta el puente sobre el arroyo del Judío. Desde alli, se toma la Cañada Real de las Islas hasta desembocar en la N-630, junto a una fábrica de ladrillos. Una vez allí, se cruza la carretera por un camino, que por debajo de la autovía llega hasta la Vía de la Plata. Bueno, para ser exactos, enlaza con un camino de mantenimiento del suministro de aguas a Sevilla que se utiliza como variante de la Vía, ya que el camino “original” (camino de Santiponce a Guillena) se encuentra casi perdido. Éste es el recorrido -de 18’4 kms.-, tal y como lo hicimos mi compañero de oficina Rafa y yo, hace unos días:


Ver Recorrido V. V. Itálica – Vía de la Plata en un mapa más grande

Este trazado, por cierto, ha sido realizado gracias a la aplicación para Android AndAndo, de la que Rafa hace uso en su teléfono móvil. Cosas como estas son las que hacen que esté considerando cambiar de teléfono.

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13 dic 09 Iglesia de Santa María de Tábara

Tábara es una de las poblaciones zamoranas que jalonan el camino entre la propia Zamora y Orense. Es por ello que, cuando nos desplazamos desde Andalucía a Galicia, subiendo por la Vía de la Plata, siempre pasamos por ella, ya que la N-631 atraviesa la población.

Si por algo destaca Tábara ante los ojos del viajero es por su magnífica iglesia románica, que se encuentra junto al arcén de la carretera. La Iglesia de Santa María fue contruida en 1137, alzándose sobre los restos de un monasterio mozárabe destruido en 988 por Almanzor.

Santa María de Tábara

Santa María de Tábara

Es monumento nacional desde 1931, y desde el año 2001 acoge la exposición “Scriptorium, Tábara Visigoda y Mozárabe”, que versa sobre el período de la Alta Edad Media en la zona de la Sierra de la Culebra.

Vía de la Plata en Tábara

Vía de la Plata en Tábara

La Vía de la Plata también hace una parada en el pueblo, proveniente desde Granja de Moreruela, y camino de Santa Marta de Tera. En Tábara existe un albergue de peregrinos, y es una bonita parada en el agreste páramo zamorano.

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