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17 nov 22 Etapa ciclista: Santiponce – Guillena – Las Pajanosas – Gerena – Ruta del Agua (01/11/2022)

El día de Todos los Santos realicé una buena etapa de XC por los alrededores de Santiponce con la bici de montaña de carbono. Me encontraba en Sevilla por razones de trabajo, y como ese día, festivo a la sazón, no tenía nada mejor que hacer, me dediqué a rodar todo lo que pude. Empecé a rodar un poco antes de las 9:00h, y la primera sorpresa fue la niebla. Niebla y frío. Hasta entonces, habíamos tenido días excelentes en Sevilla, pero esa mañana empezaba completamente otoñal. NO estaba mal, pero no era exactamente lo esperado.

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Salí de Santiponce pasando junto a Itálica, para ascender hasta la Vía Verde. En esa zona la niebla era bastante intensa, aunque a medida que iba avanzando iba aclarando poco a poco, aunque sin llegar a desaparecer. Al llegar al Arroyo del Judío -seco a la sazón- la niebla abrió bastante, pero sin dejar aún ver el cielo azul.

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Desde allí tomé la Cañada Real de la Isla, camino hacia Guillena. A medida que avanzaba hacia el norte y ascendía, iba empezando a salir de la niebla. A la altura de la mina de cobre, pude ver algo llamativo: el final de la niebla, con el día despejado hacia el norte, y una masa neblinosa hacia el sur. Aún iba a tardar algunas horas en deshacerse en el valle, pensé.

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Dejada atrás la mina, descendí hacia Guillena por el sendero que va paralelo a la carretera. Al terminar la bajada, seguí hacia Guillena por la indicación del camino de Santiago, por donde continué hasta llegar a la gasolinera de Repsol. Allí me desvié a la izquierda, evitando entrar en Guillena, ya que mi idea era subir hacia Las Pajanosas. Pasé por el recinto ferial, y tomé la carretera que lleva a la cantera, primero, y después asciende convertida en camino en dirección a Las Pajanosas. En el extremo sur del campo de golf enlacé con la ruta del agua, por la que continué hasta llegar a la carretera de Las Pajanosas, a la altura del zoo. Ascendí por carretera, hasta Las Pajanosas. Continué sin determe en los bares de la entrada de la pedenía, con la idea de seguir sin parar en ascenso hacia El Garrobo, pero poco antes de salir de Las Pajanosas me lo pensé mejor, y paré en una placita para tomar algo de fruta, y descansar un poco. Pasaban ya de las 10 de la mañana, y llevaba unos 25 kilómetros en el cuerpo. Un tercio de la etapa, según mis cálculos. Y aún quedaba lo peor.

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Tras el descanso, continué rodando, saliendo de Las Pajanosas por el camino que pasa por la urbanización abandonada, y tras cruzar por encima de la autovía, empieza a subir hacia El Garrobo por uno de los mejores tramos trialeros de la zona. Con un comienzo que tiene un breve tramo de bosque en galería, al poco empieza un descenso vertiginoso hasta un arroyo -lamentablemente seco- para después ascender en sucesivas rampas. Una delicia. No quise cebarme demasiado en la subida, teniendo en cuenta lo que tenía por delante, pero lo disfruté enormemente. Los charcos habituales -cinco en todo el ascenso- ya se habían empezado a formar, merced a las lluvias -ciertamente escasas- caídas en los días anteriores, que habían bastando para que hicieran acto de presencia. Culminé la subida un poco antes de las 10:45h, y sin detenerme, tomé la carretera que lleva a Gerena.

Al poco me alcanzó un pequeño grupo de carreteros, a los que me acoplé. No debían de ir demasiado rápido, porque no me costó demasiado ir a su ritmo, teniendo de cuando en cuando que refrenarme. E incluso en la subida tras el arroyo de Las Torres tuve que ponerme en cabeza para que no me rompieran la marcha. En fin, la cosa no duró mucho, porque no tardé en meterme por la trialera paralela a la carretera, y ahí ya se me fueron. Pero si quisiera ir por carretera, no llevaría una bici de montaña. :mrgreen:

Tras una breve parada, continué el camino hasta Gerena, que atravesé, para salir por el sur, enlazando con la Ruta del Agua. Seguí por la misma, a un ritmo sorprendentemente bueno, hasta llegar al Pilón del Conti, donde hice una nueva parada. Me entretuve mirando el pozo, que tenía agua, aunque también bastante suciedad. De todas maneras, no tenía intención de beber. Ya lo había hecho una vez (que no me quedó más remedio porque me había quedado sin agua), y recuerdo el agua del mismo como bastante salobre. Llevaba, en cualquier caso, 45 kilómetros de mi recorrido, y no llegaban a ser las 11:30h.

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Tras la pausa, continué rodando, en dirección a La Alondra. Al cruzar el viejo trazado del ferrocarril tuve la tentación de tomarlo para volver a Santiponce. Empezaba a estar algo cansado. Pero decidí continuar por la Ruta del Agua. El camino va este rato más en ascenso, con suaves subidas y bajadas hasta el cortijo La Bartola. Fue en esa zona donde empecé a notar las piernas algo flojas. Así que al llegar a la estación depuradora de La Alondra, hice mi última parada, para tomar algo más de fruta, y ver si me recuperaba. Pasaba ya de los 50 kilómetros.

No fue muy buena idea. Al volver a rodar, me seguía notando débil, y tuve que bajar un poco el ritmo. La verdad, es que los últimos 12 kilómetros del recorrido se me hicieron un pelín largos. Seguí por la Ruta del Agua, cruzando la carretera de Salteras, y la tachuelilla que hay justo después se me hizo dura. Al menos, ya estaba cerca de casa. Seguí rodando de manera relajada, hasta llegar a la vía del tren. Allí tomé la Cañada Real, para bajar -a buen ritmo- hasta la vía verde, que tomé para volver hasta Santiponce. Llegué a casa a las 12:35h, tras haberme metido entre pecho y espalda casi 70 kilómetros de buen recorrido rodador. Y aunque el final se me había hecho algo largo, había disfrutado tremendamente de la etapa. Aunque lo mejor vino después: la visita de mis padres, que decidieron venir a pasar la tarde conmigo a Santiponce. Un estupendo tercer tiempo para una gran etapa.

Datos de la etapa:

  • Distancia: 69’378km
  • Distancia (según el GPS): 69’37km
  • Altitud ascendida: 711m
  • Tiempo de etapa: 3:19:50
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3:45:03
  • Pulsaciones medias: 138 ppm
  • Pulsaciones máximas: 177 ppm
  • Cadencia media: 67
  • Cadencia máxima: 132
  • Calorías consumidas: 3027kcal

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12 ene 20 Platos gravel para la Super BH L6000

Escribía hace algún tiempo sobre la restauración de una Super BH L6000 que había pertenecido a uno de mis tíos, y que había igualmente adaptado para su uso como gravel, ya que no soy especialmente aficionado al ciclismo de carretera. La restauración quedó estupenda, pero pronto pude comprobar que el uso de los platos de carretera originales (52-42) no era lo más adecuado para su uso en campo. Cuando la pista tiraba algo más de la cuenta para arriba, la cosa se complicaba bastante. Así que decidí comprar unos platos específicos para gravel, de la nueva gama Shimano GRX. El desmontar los platos antiguos dio algo de guerra, ya que se encontraban tremendamente agarrados al eje del pedalier, pero finalmente pude sacarlos y reemplazarlos por los nuevos, junto con el eje del pedalier. El resultado es bastante bueno, aunque con unos platos en plata hubiera quedado mejor:

Super BH L6000 Gravel en la Cañada Real de las Islas

Super BH L6000 Gravel en la Cañada Real de las Islas

Y no pude menos que salir a rodar con ella esta mañana. Fría (en torno a 3ºC cuando salí), pero despejada y excelente para rodar. A lo tonto, a lo tonto, hice una etapa de 50 kms. rodando entre Las Pajanosas, Gerena y Valencina, combinando recorrido por vía verde, cañadas, senderos, asfalto y la ruta del agua. Precisamente la idea para la que están concebidas las gravel.

Super BH L6000 Gravel en Gerena

Super BH L6000 Gravel en Gerena

Un resultado excelente. Para llevar 6-7 semanas sin rodar, he batido algunas marcas personales en diversos tramos. Y eso con una bici de los años 80 reconvertida. :mrgreen:

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09 mar 13 Etapa ciclista: Las Pajanosas – Mirador del Tramo Restringido (02/02/2013)

El sábado 2 de febrero de 2013 salí a rodar un poco con mis compañeros de trabajo Fran y Sergio. Realizamos una etapa de entrenamiento para que Fran, que llevaba un tiempo sin salir a rodar con nosotros, fuera cogiendo el ritmo. Escogimos para ello una etapa por el Tramo Restringido de la Ruta del Agua. Y dado que habíamos quedado en un horario un tanto anómalo, las 16:00h, contábamos con un plan de etapa flexible: la idea era intentar llegar a La Cantina, pero dado que a sobre las 17:30h tendríamos que estar de vuelta, que no tendríamos luz más allá de las 19:00h, en realidad íbamos a lo que saliera.

Empezamos la etapa con un poco de retraso, a las 16:20h. Dejamos atrás Las Pajanosas por carretera, y pronto entramos en la Ruta del Agua. Avanzamos sin mucha dificultad, si bien acomodando el ritmo para no hacer polvo a Fran, y pronto entramos en el Tramo Restringido. La tarde era agradable, si bien algo ventosa, pero al ir encerrados en el valle del Gérgal no había muchos momentos en lo que sufriéramos. Pese a todo, estaba algo fría, lo que se veía incrementado al rodar gran parte del rato en umbría, y con mucha humedad procedente del pantano.

Pronto observamos cómo las aguas del pantano habían subido bastante de nivel, llegando a ocultar incluso tramos del viejo ferrocarril minero que no hacía mucho tiempo estaban al descubierto:

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(Imagen de mediados de 2012)

Seguimos avanzando por el tramo restringido. A las 17:25h alcanzamos la entrada al mirador de Solana Recio. Viendo que estábamos al límite de tiempo para volver, y estando claro que no íbamos a llegar a La Cantina, propuse acercarnos al mirador, que nunca había contemplado. Y la verdad, hay que decir que quedamos gratamente impresionados:

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Pero tocaba regresar, así que tras un breve descanso y las fotos de rigor, retomamos la marcha. A esas alturas Fran empezaba a notar el desgaste, por lo que empezó a quedarse rezagado, ante lo que fuimos rebajando el ritmo. Salimos del tramo restringido a las 18:35h, al filo de la puesta de sol. Aún nos quedaba la vuelta por carretera, y en subida, a Las Pajanosas, que a Fran se le atragantó bastante, siendo necesario parar en varias ocasiones para que recuperara sensaciones. Finalizamos la etapa a las 19:15h.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: S/D
  • Distancia (según el GPS): 29’329 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 21m 45s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2h 56m 15s
  • Velocidad media: 12’4 km/h
  • Velocidad máxima: 49 km/h
  • Pulsaciones medias: 105 pulsaciones/min
  • Pulsaciones máximas: 167 pulsaciones/min
  • Consumo medio de calorías: S/D
  • Consumo máximo de calorías: S/D
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: S/D
  • Consumo total de calorías: 1471 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 39A MTB

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Las Pajanosas – Mirador del Tramo Restringido

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03 dic 12 Etapa ciclista: Cordel de la Cruz de la Mujer – Ferrocarril del Cala – Cuesta de la Media Fanega (25/11/2012)

El domingo 25 de noviembre realicé una nueva etapa por Sevilla, en compañía de mis habituales, Miguel y Sergio, y en la que nos acompañó Enrique, uno conocido nuestro. Se trató de una etapa que tenía por objetivo principal era recorrer en dirección norte el viejo trazado del ferrocarril del Cala, más allá de La Central.

Así pues, salimos de Las Pajanosas a las 9:15h, con algo de retraso sobre el horario previsto. Teníamos unos 19ºC, una temperatura bastante inhabitual dadas las fechas del año, pero que agradecí enormemente, porque esa mañana me había olvidado los guantes de la bici en casa. Si algún día tenía que salir sin guantes, desde luego que más me valía que fuera ese. Dejamos atrás Las Pajanosas, como de costumbre, en dirección al Zoo de Guillena, tomando a continuación la Ruta del Agua, hasta llegar a la entrada del tramo restringido. Desde allí optamos por variar la rutina de salidas anteriores, y optamos por subir hasta La Cantina por el Cordel de la Cruz de la Mujer. En la subida Enrique, algo fuera de forma tras no haber cogido recientemente la bici, se empezó a quedar un poco, y Miguel le ofreció una rueda durante un rato. Sergio y yo, por nuestra parte, fuimos haciendo la subida en compañía, hasta llegar al punto álgido de la subida, donde estiré un poco, coronando la cumbre en solitario.

Una vez reagrupados, iniciamos un rápido descenso hasta La Cantina, descenso en el que hice mis dos recortes habituales. Esa mañana iba estrenando una cubierta Hutchinson Toro de 2.1” en la rueda trasera, y esa era su prueba de fuego. Tengo que decir que mi primera impresión con esa cubierta fue sumamente buena: pese a tener un taco grande y separado, pensado para barro, no se enganchaba excesivamente a la hora de rodar, y respondía con aplomo y decisión en las bajadas. Estaba quedando sumamente satisfecho.

Llegamos a La Cantina a las 10:20h, y prácticamente sin detenernos, bajamos hasta la presa de Guillena, que cruzamos, para tomar a continuación el viejo trazado del ferrocarril. Las fuertes lluvias caidas recientemente se dejaban notar por doquier: el campo se encontraba muy reverdecido, el barro hacía acto de presencia, y el pantano de Guillena arrastraba una cantidad increíble de fango y maleza.

Llegamos al comienzo de la cuesta del Toro, que abandonamos a mano izquierda, para tomar el comienzo del ferrocarril, cerrado por una portela constituida con una valla de obra. Una vez en el trazado del ferrocarril, tuvimos que salvar varias portelas, sin más inconveniente que abrir y cerrar, y pronto llegamos al túnel que se encuentra frente a la central de bombeo de Guillena. A esas alturas ya habíamos empezado a rodar por un trazado que abundaba en derrumbes, pero que, pese a todo, permitía rodar con algo de soltura. Una vez pasamos el túnel, no podimos menos que datenernos a realizar las primeras fotos de la jornada:

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Seguimos ascendiendo, río arriba, hasta alcanzar la altura de La Central, a donde llegamos a las 11:20h. A diferencia de nuestra última visita, las aguas del Ribera de Huelva se encontraban a un nivel muy bajo, lo que nos hubiera permitido, caso de haber llegado a La Central por carretera, cruzar el cauce del río y volver aguas abajo por el ferrocarril. Pero esta vez nuestro objetivo se encontraba aguas arriba.

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Aquello era, para nosotros, terra incognita, pues siempre habíamos recorrido el ferrocarril en sentido inverso. Y aunque sobre el papel la vía era transitable hasta el comienzo de la cuesta de la Media Fanega, el estado real del camino era, simplemente, desconocido para nosotros. Tras una breve pausa de 5 minutos, reanudamos la marcha. A esas alturas los derrumbes eran cosa del pasado, y el firme de la vieja vía era poco menos que excelente. Así, fuimos ascendiendo, hasta llegar a la altura de la vieja estación de la Rigüela, donde nos encontramos un grupo de vacas que, asustadas por nuestra presencia, al sur, y de un gran grupo de ciclistas, al norte, no sabían a dónde dirigirse. Finalmente nos apartamos del camino en un pradillo, y los otros ciclistas las hicieron huir dando gritos vaqueros.

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(Imagen cortesía de amg1973)

Una vez pasamos la estación, llegamos a la primera valla de todo el recorrido que nos encontrábamos cerrada. Teníamos la certeza de que los ciclistas habían pasado por ahí, pero no teníamos claro el punto exacto. Finalmente saltamos la valla, y tras hacer un poco de labor de rastreador, di con el camino, que se encontraba bordeando la cerca que habíamos saltado, y cruzando una zanja, tras la cual se encontraba otra cancela azul -abierta, en este caso- tras la que se recuperaba el trazado de la antigua vía.

Salvadas estas dificultades, reanudamos una vez más la marcha. El río cambió su dirección hacia el oeste, por lo que dejamos de avanzar en dirección norte, ya que el trazado de la vía siempre iba paralelo al del río. Notamos cómo poco a poco el trazado de la vía iba mejorando en su mantenimiento, ya que aguas arriba, a la altura el embalse de La Minilla, la antigua vía se halla reconvertida en vía verde. Y aunque aguas abajo parecía haberse abandonado más este mantenimiento -quién sabe si por algún problema de lindes a la altura de La Rigüela-, seguía notándose una clara mejora con respecto a los tramos más asalvajados por los que habíamos rodado hasta entonces.

Seguimos avanzando, y pronto llegamos a la intersección con la antigua N-630, y con la autovía A-66. Cruzamos ambas por debajo, haciendo uso de un nuevo túnel bajo la autovía, que era una prolongación del viejo túnel del ferrocarril. Era muy llamativo pasar del nuevo túnel, prefabricado y rectangular, al viejo, excavado en la roca y abovedado.

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Una vez pasamos los túneles, pudimos divisar una increíble vista de los tres ascensos de la Media Fanega. La autovía A-66, a la derecha, la N-630, a la izquierda, y en medio un tramo antiguo de la N-630. Era impresionante.

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Retomamos la marcha a las 12:10h. En vez de seguir por la vía hasta llegar a la N-630, a la altura de Villa Rosario, junto a La Minilla, optamos por atrochar campo a través, y cruzar el Rivera de Huelva por un vado al pie de la autovía. Y como no podía ser menos, pronto nos encontramos saltando cercas y haciendo el ganso. Pero aun así, cruzamos el río sin más inconveniente. El inconveniente, eso sí, se llamaba Cuesta de la Media Fanega, que nos iba a tocar ascender. Una ascensión de casi 5 kilómetros hasta la Venta del Alto, por el viejo tramo de la N-630, con pendientes máximas del 13’5%. Al menos, todo por asfalto y con un tráfico prácticamente nulo, ya que el tráfico convencional circulaba por la autovía, y los moteros lo hacían por la N-630 nueva.

Así pues, iniciamos el ascenso. Enrique se encontraba algo tocado a esas alturas, por lo que opté por rodar con calma, ofreciéndole una rueda, aunque no tardó en descolgarse, subiendo tranquilo, sin prisa pero sin pausa. Sergio y Miguel, por su parte, optaron también por ascender a su ritmo. Sergio coronó en primer lugar, seguido por Miguel. Yo, por mi parte, terminé la subida a las 12:53h. Al poco llegó Enrique, y emprendimos el regreso. Aunque la idea era haber vuelto por El Garrobo y la trialera hasta Las Pajanosas, optamos, dado que llevábamos ya casi 35 kms. de etapa, por volver por carretera a Las Pajanosas. El resto de la etapa no tuvo más historia que un tranquilo descenso hasta la pedanía de Guillena, a donde llegamos al filo de las 13:30h. Y como no podía ser menos, nos ventilamos unas deliciosas tostadas, en mi caso con ajo untado, aceite y sal.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: 44’410 km.
  • Distancia (según el GPS): 45’207 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 0m 36s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 12m 10s
  • Velocidad media: 14’8 km/h
  • Velocidad máxima: 55’4 km/h
  • Pulsaciones medias: 134 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 180 pulsaciones/m
  • Consumo medio de calorías: 940 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1390 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 3h 0m 33s
  • Consumo total de calorías: 3968 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 58AB

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Cordel de la Cruz de la Mujer – Ferrocarril del Cala – Cuesta de la Media Fanega

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18 nov 12 Etapa ciclista: Santiponce – Las Pajanosas (01/11/2012)

El día de Todos los Santos de 2012, jueves festivo, volví a salir a rodar un poco por la provincia de Sevilla, con la idea de ir recuperando algo de forma para la gran etapa que tenía pocos días después por delante: la VI Marcha Cicloturista de Fuente Obejuna, y cuya preparación había tenido que abandonar debido a una molesta y persistente lesión de espalda.

El 1 de noviembre comencé a rodar a las 9:20h, de nuevo en solitario. Tenía en mente hacer una buena kilometrada, subiendo por la vía verde de Itálica hasta el cauce del río Guadiamar, y desde allí descender por el corredor verde homónimo hasta las cercanías de Sanlúcar la Mayor, para volver posteriormente a casa por Villanueva del Ariscal y Salteras. Unos 70-75 kms. sobre el papel. Pero pronto me di cuenta de que iba a tener que abandonar dicha intención.

Salí de Santiponce para dirigirme a la vía verde por el camino agrícola de costumbre. Pero fue llegar allí y darme cuenta de que la situación, debido a las lluvias de la semana, había empeorado considerablemente con respecto al domingo anterior. El camino, pese a la pendiente, se había convertido en un auténtico barrizal que atrapaba las cubiertas y hacía casi imposible rodar. Y eso que apenas había salido de casa. Ya antes de alcanzar la vía verde me vi obligado a detenerme a retirar algo de barro de las cubiertas y del cuadro, ya que amenazaba con bloquear la rueda. El día prometía ser complicado.

Una vez en la vía verde la situación, al igual que el domingo anterior, mejoró sensiblemente, pero sin llegar a ser en ningún momento una maravilla, especialmente en el caso de mi cubierta trasera, una Small Block Eight de 2.1”, poco indicadas para ese barro pegajoso y denso. Pero lo peor aún estaba por llegar. Pasé el puente sobre el arroyo del Judío, y dejé el tramo civilizado de la vía verde. Tenía por delante unos 2.7 kms hasta llegar a la carretera, pedregosos en su mayor parte, y por tanto poco proclives a embarrarse, pero el tramo final antes de llegar a la carretera transcurría por una planicie rodeada de cultivos. Iba a ser complicado.

Fuji embarrada

Fuji embarrada

Y lo fue. O mejor dicho, no fue exactamente complicado. Fue imposible. En efecto, pasé sin excesivos problemas la parte pedregosa de la vía verde, pero al internarme en la planicie agrícola pronto me quedé clavado en el barro. Se formaron tres enormes pellas de barro pejagoso, en la horquilla delantera, en el freno trasero y en el cambio, que pronto hicieron imposible rodar. Tanto fue así que un grupo de marchadores de fondo, que había pasado un rato antes, me volvieron a pasar a mí, llegando antes que yo a la carretera. Yo, por mi parte, tras retirar algo de ese pesado barro de la bici, no tuve más remedio que cargármela al hombro para poder salir de ese atolladero. Pero no salí indemne. Ese barro se adhirió a mis botas de campo, convirtiéndolas en sendos bloques de arcilla que no había prácticamente manera de mover. Tardé casi un cuarto de hora en recorrer 500 metros de recta. Horroroso.

Y las noticias, al llegar a la carretera, no eran mejores. Allí me encontré con un grupo de ciclistas que me informaron de que el tramo de vía verde camino de Aznalcóllar estaba aún peor. Así que el día había quedado arruinado. Ante esto, no me quedó más remedio que tomármelo con filosofía, y rescatar lo posible del desastre. Tocaba una etapa de asfalto. Así pues, tras quitar algo más de barro, tomé la carretera en dirección a la N-630: decidí cambiar de objetivo, y subir por asfalto a Las Pajanosas. Hice una pequeña parada técnica en la Venta de Ana Velázquez para limpiar la bici y a mí mismo del nefando barro arcilloso, tras lo cual retomé mi marcha hasta Las Pajanosas, a donde llegué a las 11:00h.

Allí hice una breve parada, antes de emprender la bajada a Guillena por la carretera del zoo. Desde Guillena tenía la intención de dirigirme a Torre de la Reina y a continuación, Alcalá del Río y La Algaba. Pero al no encontrar una buena señalización de cómo hacerlo, y dado que el día empezaba a amenazar lluvia, opté por ser más conservador, y volver directamente a Santiponce por la N-630.

Dicho y hecho. Remonté de nuevo hasta la N-630 a la altura de la Venta, y volví sin más inconveniente a Santiponce, dándome incluso el gustazo de adelantar a un ciclista de carretera, por el camino, gracias a la Small Block Eight que había inflado hasta los 5 kg/cm^2 con anterioridad. Finalicé el recorrido a las 11:50h; una etapa que no se parecía en nada a la que había planificado, pero que había valido la pena.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: S/D
  • Distancia (según el GPS): 43’226 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 03m 06s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2h 27m 03s
  • Velocidad media: 21’07 km/h
  • Velocidad máxima: 49 km/h
  • Pulsaciones medias: S/D
  • Pulsaciones máximas: S/D
  • Consumo medio de calorías: S/D
  • Consumo máximo de calorías: S/D
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: S/D
  • Consumo total de calorías: 2001 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 33CC

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Santiponce – Las Pajanosas

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