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El problema de tener una mente abierta es que la gente insiste en entrar dentro y poner allí sus cosas
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09 jun 22 En bici por el Aljarafe (05/06/2022)

El domingo 5 de junio de 2022 estuve dando pedales por el Aljarafe. Algo suave, porque aún estaba algo convaleciente de un resfriado primaveral, pero no quería que algo así arruinara la posibilidad de salir a rodar un poco por la zona después de unos cuantos meses. En realidad, hice dos salidas, una por la mañana, y otra por la tarde.

En la salida de la mañana utilicé la Super BH L6000 gravel. Salí a las 8:35, cruzando Santiponce por carretera, y saliendo hacia Valencina. Al pasar el puente sobre la vía del tren, giré a la izquierda por la ruta del agua. Seguí por la misma, cruzando Cerro Blanco, y bajando hasta la altura de Castilleja de Guzmán. Allí giré a la derecha para subir por el camino que pasa junto a un colegio mayor. Salí a carretera, subí un poco, y giré a la izquierda para buscar el Cordel de los Carboneros, viejo conocido a estas alturas. Una vez en el cordel, lo seguí hasta Salteras, y allí me incorporé a la Cañada Real de las Islas, girando a la izquierda para encaminarme hacia Mairena. Seguí por la cañada, con bastantes trampas de arena, hasta cruzar por debajo de la autopista y alcanzar el puente romano sobre el río Pudio. Allí tomé en ascenso el Cordel de Triana a Villamanrique, y lo seguí hasta llegar hasta el club de golf del Zaudín y el parque homónimo, entrando en Tomares. Por Tomares callejeé, hasta llegar a la fuente de la Mascareta, y lo que parece una antigua casa de postas, con una imagen de la Virgen del Rocío.

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Seguí cruzando Tomares, hasta llegar a Castilleja de la Cuesta. Pasé junto al Ikea, y giré a la derecha, hasta llegar a la Ermita de Nª Sª de Guía, donde también me detuve un momento.

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Posteriormente, giré a la izquierda, camino de Camas, pasando por los cerros del Carambolo. Una vez en Camas, volví a Santiponce por el trazado de la N-630, para llegar a casa a las 10:45h, tras 36’2 kilómetros de etapa.

Sin embargo, tenía más ganas de bici en el cuerpo. En concreto, llevaba tiempo con ganas de salir a rodar con la veterana Orbea Luarca de paseo. Así que le inflé las ruedas, y salí un poco con ella por la tarde, aprovechando las horas de menos calor anteriores al anochecer. En este caso se trató de una cosa bastante sencilla, ir y volver a la estación de tren de Valencina-Santiponce. Es la Orbea una bici interesante. Pesada como ella sola, lo que hace que tenga un centro de gravedad muy bajo. El sillín de muelles es extraordinariamente cómodo, pero el manillar se me queda estrecho, sobre todo desde que le puse los cambios en el mismo, en vez de su configuración normal en el cuadro. Aun así, es divertida, aunque algo nerviosa, al tener un cuadro algo corto para mi talla, una potencia muy, muy corta, y ese manillar de paseo.

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En cualquier caso, vale la pena sacarla de cuando en cuando. Los cambios me quedaron extraordinariamente finos, y tiene estilo. :mrgreen:

Datos de la etapa:

  • Distancia: 37’689km
  • Distancia (según el GPS): 37’69km
  • Altitud ascendida: 348m
  • Tiempo de etapa: 1:47:44
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2:02:36
  • Pulsaciones medias: 135ppm
  • Pulsaciones máximas: 167ppm
  • Cadencia media: 60rpm
  • Cadencia máxima: 167rpm
  • Calorías consumidas: 1622kcal

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07 nov 11 Etapa ciclista: Mairena del Aljarafe – Cañada de la Barca – Pinares de Aznalcázar (23/10/2011)

Como comentaba en la entrada anterior, no iba a dejar pasar mucho tiempo antes de ir a rodar por la Cañada de la Barca. Para ser exactos, 8 días después estábamos rodando por la Cañada, pero no adelantemos acontecimientos.

El domingo 23 volvimos a salir a rodar los compañeros del trabajo. En este caso, salimos a rodar Miguel, Rafa y yo. Ana decidió no venir ya que el día amenazaba lluvia. Aun así, nosotros decidimos arriesgarnos y salir. Incluso se nos unió Ángel, conocido de Miguel y que es cliente de nuestra empresa, y que es buen conocedor de la zona de la Cañada de la Barca.

Empezamos la etapa recién pasadas las 9:00h. Salimos, como de costumbre, por el camino de la Venta del Río Pudio. Giramos a la izquierda por la Cañada Real de las Islas, justo tras pasar por el puente romano. Camino de Almensilla nos encontramos con Ángel, que no había salido de Mairena con nosotros. Tras los saludos de rigor, seguimos rodando, camino de Coria. En esta ocasión, tras pasar junto al cementerio, no seguimos por la Cañada, como en ocasiones anteriores, sino que giramos directamente a la derecha por un camino que surgía justo tras la zona de escombros y basura que afea la Cañada en esa zona. De esa manera, llegamos a la Vereda de Aznalcázar sin tener que dar el rodeo que dimos en ocasiones anteriores. Sin muchas más novedades llegamos hasta el cruce con la Cañada de la Barca al filo de las 10:00h.

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Esta vez sí que nos adentramos en terreno desconocido, al menos para mí. Ángel, por el contrario, conocía bien la zona, y nos adelantó lo que ya nos íbamos a encontrar: trampas de arena, trampas de arena everywhere, algunas de ellas terroríficas. Aun así, merecía la pena rodar por la zona. A nuestra izquierda se alzaban los pinares de la Puebla del Río, y a la derecha campos de cultivo, en un impresionante contraste. Poco a poco notamos cómo el tiempo empezaba a cambiar, y el cielo iba cubriéndose poco a poco. Nubes de tormenta empezaban a asomar en el horizonte, tanto reales como metafóricas. Y es que no mucho tiempo después en una zona completamente plana y recta, con pista buena y sin ninguna complejidad, me pegué el talegazo más grande que me he pegado en muchos años con la bici: tengo que admitir que iba algo distraido, mirando el paisaje y tal, y apenas apoyado en el manillar. Y en esas, al pasar por una pequeña hondonada de la pista, la rueda delantera se me hundió en el terreno. Se giró el manillar, y al no poder reaccionar, caí a plomo en la pista, aterrizando con el hombro derecho, y golpeándome la muñeca izquierda, el codo derecho, y la rodilla izquierda. Fue un golpe seco, duro, y tremendamente doloroso. Para colmo de males, caí en el único tramo de pista dura que habíamos tenido en kilómetros. Y encima, el pie derecho se me quedó aprisionado en el rastral, con lo que no podía levantarme. Una caída tonta que tuvo bastantes consecuencias.

Una vez me pude levantar, constaté que tenía un fuerte golpe en el hombro derecho y en la muñeca izquierda. Temía más por esta última, ya que una caída bastante similar (pero aún más tonta) hace algunos años me provocó una fractura en la muñeca derecha (escafoides) que me tuvo fastidiado unos cuantos meses. Tras constatar que no tenía nada roto (o al menos, lo suficientemente roto como para no pode continuar), nos volvimos a poner en marcha. Kilómetro y medio después, justo cuando notamos que nos adentrábamos de verdad en los pinares, realizamos una pequeña pausa de avituallamiento, que aproveché para hacer un nuevo informe de daños: lo que más me molestaba era la muñeca, pero noté que tenía sangrando el codo derecho. Fantástico. Por lo menos podía mover el hombro, lo que era algo. O al menos, eso pensaba yo.

Una vez finalizamos la pausa, nos adentramos más en los pinares. Con la arena, por supuesto, como nuestra inseparable compañero (bueno, inseparable, salvo en el tramo donde me había pegado el talegazo). En estas estábamos, avanzando por los pinares, cuando empecé a notar un extraño sonido en la rueda trasera. Al observarla, y ver cómo oscilaba, lo tuve bastante claro. En el talegazo había roto también algún radio. Dos kilómetros después llegamos a un cruce con el camino que bordea los pinares, en las cercanías del arroyo Majaberraque, y que comunica con el cordel de Triana a Villamanrique. Allí hicimos una pequeña pausa, en la que pude constatar que había roto dos radios. Quizás era momento de tomar la pista y volver a casa, sobre todo teniendo en cuenta que el cielo cada vez más amenazaba lluvia. Pero tampoco era plan fastidiar a mis compañeros, así que decidí seguir adelante.

Nuestro siguiente objetivo era cruzar el arroyo Majaberraque, y avanzar por los pinares hasta la Casa de Colmenar. Lo que sobre el plano era algo bastante fácil (se trataba, simplemente, de seguir el itinerario que habíamos descargado de Wikiloc), sobre el terreno se convirtió en algo sumamente complicado: el arroyo tiene un cauce bastante profundo, con paredes prácticamente verticales, imposibles de trepar arrastrando bicis. Por ello nos vimos obligados a salirnos del camino, bordeando el arroyo, hasta encontrar un vado practicable. Aun así, cruzar el arroyo no fue cosa de coser y cantar.

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Tras pasar el arroyo, salimos a una de las pistas de los pinares. Tomamos a nuestra izquierda una cancela, para seguir un sendero que se adentraba más aún en los pinares, camino de la Casa de Colmenar. El camino era en este caso arena pura, apenas apelmazada por agujas de pino, que hacían tremendamente complicado rodar. Y encima, el cielo cada vez se ponía más negro, y el aire nos traía el olor de la tierra mojada. Estaba claro que la cosa iba a acabar en remojón, a menos que tuviéramos mucha suerte.

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Kilómetro y medio después de la cancela, salimos a un pequeño claro en el bosque, en el que destacaban cuatro enormes eucaliptos limoneros, de corteza completamente blanca. Estábamos en la zona de la Casa del Colmenar. Y digo la zona porque de la casa no queda vestigio alguno a la vista.

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Giramos a la izquierda junto a los eucaliptos, y tomamos uno de los caminos que se adentraban, en dirección oeste, de nuevo en los pinares. En este tramo el rodar era algo más asequible, ya que la omnipresente arena nos dió un pequeño descanso. Seguimos el recorrido en el GPS, tomando los cruces siempre en dirección oeste, hasta que salimos de los pinares, y llegamos a una pista que lindaba con una zona bastante deforestada, formada apenas por matorral bajo. Ahí giramos a mano derecha, en dirección a la Casa de las Trescientas.

Aprovechando que el firme era bastante más regular, Miguel aprovechó para realizar un ataque subiendo bastante el ritmo. Como me veía con fuerzas, y la muñeca y el hombro no me molestaban excesivamente, decidí pegarme a su rueda, y aguantar todo lo posible. Y así, a lo tonto, a lo tonto, nos despegamos de Rafa y de Ángel. Pasamos junto a la Casa, en la que se encontraba un grupo de cazadores, y así, volvimos a entrar en los pinares, hasta llegar al cruce con el cordel de Triana a Villamanrique. Habíamos hecho un sprint de 3 kms. a una media de 20 km/h por zonas de arena. Lo que no estaba nada mal.

Hicimos un descanso de unos minutos, mientras llegaban Rafa y Ángel. Era mediodía, y estábamos en el extremo más alejado de la etapa. Llevábamos entre pecho y espalda 30 kms. de etapa. Por suerte íbamos a hacer la vuelta por un camino algo más corto. Tomamos el cordel de vuelta, y pronto abandonamos la zona boscosa. Salimos a una zona completamente pelada, que suele ser una trampa de arena brutal, pero habían caído algunas gotas, y el terreno estaba algo apelmazado, lo que nos permitió rodar de manera más cómoda. Llegamos al cruce con el camino que bordea los pinares, y nos dispusimos a afrontar la pequeña subida del Cordel por zona arenosa. Ángel hizo notar cómo nos había respetado la lluvia hasta ese momento, y expresó la esperanza de que no nos lloviera. Apenas 30 segundos después, la lluvia empezó a descargar.

Afrontamos la subida por la pista de arena, esperando que en breve escampara. Esperanza futil. Cada vez llovía más fuerte, por lo que pronto no quedó más remedio que detenernos, para sacar los impermeables. Al menos, Ángel y yo lo hicimos, ya que éramos los que teníamos los impermeables guardados. Rafa lo llevaba puesto desde la salida, y Miguel le había echado valor, cosa que hubo de lamentar.

Ya protegidos, seguimos subiendo y salimos de los pinares. El resto del camino era bastante conocido: pasar junto a la finca de cuatrovitas, la finca La Juliana y el aeródromo. Apretamos el ritmo para no mojarnos demasiado, e intentar rodar por delante de la tormenta. Poco a poco lo fuimos consiguiendo, y pasamos de una lluvia intensa a una lluvia cada vez más fina. No dejó de sorprendernos la enorme cantidad de gente que se encontraba haciendo perol y recorriendo el cordel en todoterreno y a caballo, hasta que recordamos que ese día eran las fiestas patronales de Mairena. Fiestas, dicho sea de paso, algo pasadas por agua.

La vuelta no tuvo ninguna novedad, salvo que nos separamos de Ángel una vez que pasamos junto a la Hacienda Monasterejo, antes del cruce con la carretera de Almensilla. A esas alturas ya prácticamente no llovía, pero no nos detuvimos a quitarnos los impermeables, lo que provocó, junto con la salida del sol, que poco a poco empezara a cocerme en mi propia salsa. Y a todo eso, los dolores en hombro y muñeca iban cada vez a más.

Cuando pasamos por la carretera de Almensilla vimos que en la zona había caído un gran chaparrón, ya que la carretera estaba chorreando. Más adelante la tierra del camino estaba empapada; es más, al cruzar el puente romano sobre el río Pudio, las conducciones de desagüe de la zona estaban vertiendo agua a un nivel desmesurado. Habíamos tenido una suerte enorme, ya que todo indicaba que había caído un chaparrón brutal que nos había respetado bastante. El final de la etapa fue bastante convencional. Cruzamos la parte vieja de Mairena, y dimos por finalizada la etapa junto a la cervecería Macarena a las 13:15h, tras hacer un recorrido de 51’4 kms.

Por mi parte, la etapa tuvo un epílogo. Tres horas después estaba montado en un tren camino de Madrid, con fuertes dolores en muñeca y hombro, hasta arriba de analgésicos. Una vez me hube enfriado, la verdadera dimensión de la caída salió a la luz. Sin tiempo para ir al médico tuve que salir en viaje de negocios. Pasé una noche espantosa en el hotel, y al día siguiente no me quedó más remedio que ir a una clínica traumatológica. Por suerte no tenía nada más que una contusión en la muñeca izquierda, pero en el hombro derecho tenía un derrame en la cápsula articular, que me obligó a tener el brazo derecho una semana en cabestrillo. Ha pasado una semana desde que me quité el cabestrillo, pero aún tengo molestias en el hombro derecho, que no me han permitido coger la bici desde entonces. :(

El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/10/23: Mairena del Aljarafe – Cañada de la Barca – Pinares de Aznalcázar en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los que siguen:

  • Distancia (según el velocímetro): 51’503 km.
  • Distancia (según el GPS): 51’4 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 10m 09s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 06m 46s
  • Velocidad media: 16’3 km/h
  • Velocidad máxima: 38’7 km/h
  • Pulsaciones medias: 137 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 182
  • Consumo medio de calorías: 970 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1410 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 52m 28s
  • Consumo total de calorías: 3970 kcal
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03 jun 10 Entrenamiento ciclista: Mairena del Aljarafe – Coria del Río – Almensilla – aeródromo

Esta mañana hemos vuelto a salir con la bici varios compañeros del trabajo. A diferencia de las etapas anteriores, esta vez la salida no la hemos realizado por los alrededores de Santiponce. En esta ocasión hemos salido de Mairena del Aljarafe. El plan previsto era tomar el camino de la venta del río Pudio, para enlazar por con el cordel de Triana a Villamanrique (que es el que siguen los rocieros para llegar hasta cierta aldea almonteña) hasta donde hubiese ganas.

Sin embargo, a la altura del puente romano sobre el río Pudio, tomamos por error la cañada real de las Islas, que recorrimos hasta casi Coria del Río. Desde allí cogimos la A-8052 hasta después de Almensilla, donde recuperamos el cordel que teníamos intención de recorrer. Seguimos avanzando hasta un aeródromo que hay pasado el vado del arroyo Majaberraque. Este fue el punto más lejano que alcanzamos, el cruce del cordel de Villamanrique con el cordel de La Puebla del Río. Retornamos siguiendo -esta vez sí- el cordel hasta el puente romano del río Pudio (no sin antes cruzarnos con lo que parecían las obras de la SE-40), y desde allí enlazamos hasta Mairena por el camino de la venta.

Este es el recorrido en Google Maps. Por alguna razón la línea de la etapa no se ve contínua en la miniatura, ya que al importarlo la ha partido en varios trozos, que es necesario ver por separado:


Ver Mairena del Aljarafe – Coria del Río – aeródromo en un mapa más grande

La longitud de la etapa fue de 36’1 km., que recorrimos en el respetable tiempo de dos horas y media.

Esta etapa me ha gustado bastante, sobre todo por las grandes posibilidades de enlace que ofrece con otros recorridos que conozco por la zona más cercana a Santiponce. Tengo ganas de seguir enlazando etapas por la zona. O como bien dice Rafa, “seguir peinando el Aljarafe”.

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